Una de las principales fuentes de ingresos de los gobiernos procede de la recaudación por medio de los impuestos que gravan a los carburantes, un importante ingreso que algunos estados parece que tienen miedo de perder a corto plazo.
Es el caso del estado norteamericano de Washington, donde a partir de enero del 2013 se pondrá en marcha un nuevo impuesto que cargará con 100 dólares anuales, unos 75 euros al cambio, a cada coche eléctrico que se venda como medida para compensar la caída de ingresos que las mecánicas eficientes está provocando en algunos lugares y un impuesto que se sumará al que ya deben pagar como los vehículos con motor de combustión.
Sin duda se trata de un tema polémico por muchas razones, sobre todo en este estado norteamericano donde el impuesto de rodaje se calcula de una forma bastante curiosa, ya que el conductor pagará cada año según el uso que haya dado a su coche, una información que es recopilada de forma anónima en las gasolineras donde los agentes anotan cuanta gasolina repostan, y realizan una estimación de los kilómetros recorridos cada año, y con ello los que más usan las carreteras, más deben pagar por ellas.
A priori parece un sistema bastante justo que los legisladores parece que no han querido aplicar a los coches eléctricos por su mayor dificultad a la hora de controlar sus recargas, algo que sucede con los productores de biocombustibles caseros, que no pagan un euro de impuesto, y que parece ha servido al estado para no cometer el mismo error con los eléctricos.
No hay lugar a dudas de que 75 euros al año no es una cantidad especialmente elevada, sobre todo si es un dinero que se usará para la mejora de las infraestructuras que redundará en una circulación más segura para todos, pero resulta un sistema de recaudación demasiado salomónico para una tecnología que no sólo no reducirá los ingresos del estado, si no que incluso los aumentará evitando la fuga de billones de dólares cada año del sistema hacia los países productores, gracias a la incentivación en I+D, las energías renovables, la fabricación de componentes o vehículos, y un largo etc de actividades que supondrán una enorme fuente de creación de empleo y riqueza interna.
Además resulta absurdo gravar con un impuesto a una tecnología que en 2012 apenas ha logrado entregar unos 65.000 coches a nivel mundial, y que supondrá un incremento de los ingresos del estado casi insignificante ya que deja fuera a los híbridos, pero que puede servir como publicidad negativa para una tecnología que necesita todo el apoyo para lograr de una vez despegar a nivel comercial, y que incluso el gobierno de Obama estudia aumentar las ayudas para su adquisición.
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Fuente | Newsok
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