En 2013 el gobierno noruego promulgó una normativa que liberaba de impuestos a los coches eléctricos. Era el resultado de un intenso trabajo por parte de los activistas que aseguraban que esta tecnología es beneficiosa incluso para un país exportador de petróleo.
El plan de cinco años de duración, contaba con un objetivo máximo de alcanzar las 50.000 unidades. Una cifra que por entonces parecía lejana…pero apenas dos años después ya están apunto de alcanzar. Si el ritmo sigue su curso, este mismo mes de mayo se alcanzarán las unidades previstas para 2018.
Esto poner sobre la mesa que con unos buenos incentivos públicos, y una extensa red de puntos de recarga (una buena renta per cápita también ayuda) el coche eléctrico no sólo puede lograr una cuota de mercado decente, sino que incluso puede colocar a algún modelo entre los más vendidos, y ocupar nada menos que el 18% del mercado como ha sucedido el pasado año.
Ahora la gran pregunta es que hará el gobierno noruego ante esta situación. Las ventas van sobre ruedas, con una oferta que no para de crecer.
Está claro que si los eléctricos igualan a nivel de impuestos a sus versiones con motor de combustión, sus ventas se verán mermadas. Pero esta situación también nos servirá para testar si los eléctricos han arraigado en la cultura noruega, que podría seguir comprando este tipo de vehículos incluso sin ayudas.
En mayo saldremos de dudas.
