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Problemas del primer mundo. En California saltan chispas entre los usuarios por culpa de los puntos de recarga para coches eléctricos

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Mientras aquí los espacios reservados para la recarga de coches eléctricos son poco y están casi siempre desiertos, en lugares como California su expansión ha sido mucho más grande con una demanda que no para de crecer.

Esto lleva a situaciones que aquí es posible que no veamos nunca, como empresas teniendo que ordenar el uso de los puntos de recarga de sus instalaciones, e incluso la aparición de un mercado negro donde los propietarios de los turnos en su empresa, revenden o ceden a amigos y familiares su tiempo de recarga.

Es el caso de la tecnológica Evernote, donde el número de coches eléctricos multiplica al de puntos de recarga en una proporción 60-12. 60 coches eléctricos por cada 12 puntos de recarga disponibles.

Esto ha llevado a algunos propietarios a realizar acciones poco cívicas. Es el caso sufrido por Don Han, propietario de un Nissan LEAF, que después de conectar su coche a un punto de recarga público, ha viso como ante sus propios ojos otro usuario desconectaba la toma para enchufar su coche.

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Ante esto Don ha regresado hasta su coche y ha preguntado al otro usuario que estaba haciendo. La respuesta ha sido que su coche ya estaba suficientemente cargado, y que el lo necesitaba más. Finalmente después de un par de palabras Don ha vuelto a conectar su coche.

En otros casos es simplemente falta de educación, como la sufrida por Jamie Hull. Una propietaria del coqueto FIAT 500e, que ante una falta grave de carga en su batería se ha acercado al punto de recarga más cercano. La sorpresa ha sido importante cuando se ha encontrado con un Tesla Model S ocupando el lugar, y además este no estaba recargando sus baterías.

Como no lle quedaba más remedio, Jamie esperó a que apareciese el elemento, y después de unos cuantos minutos el propietario del Tesla hizo acto de presencia, pero no para retirar el coche, si no para indicar que tenía que hacer un recado más antes de marcharse.

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No es fácil la solución. Una de ellas podría ser limitar el tiempo de estancia en un punto de recarga, pero no es sencillo controlarlo ya que cargando puede cancelarse la recarga después de x minutos, el problema es que el coche seguirá ocupando el espacio.

Otra sería cobrar por el uso del espacio al estilo de las zonas de aparcamiento controlado. Algo que puede servir en algunos lugares como California donde la masificación de coches eléctricos es importante, pero que puede ser contraproducente en otros lugares donde la tecnología todavía necesita todos los cuidados posibles para que arranque.

Una solución algo artesanal se le ha ocurrido a un empleado de Google, que ha logrado vender 15.000 unidades de una serie de distintivos que se pueden colocar en el coche, y que indica al estilo de los hoteles (no molestar, pueden limpiar la habitación…) que por favor no desconecten el coche hasta un determinado nivel de carga, o que pueden hacerlo en cualquier momento. Algo que puede ayudar a racionalizar el uso de los puntos de recarga, aunque no pasa de una solución casera y temporal.

Como decimos, problemas del primer mundo que nosotros soñamos con tener en nuestro país antes de jubilarnos.

Vía | NY Times

 

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