Según un estudio de la consultora McKinsey&Company, indica que la evolución de la tecnología tendrá en 2050 un punto de inflexión, cuando en nuestras carreteras la mayor parte de los coches sean eléctricos, y autónomos.
Según este estudio, para 2030 los coches autónomos habrán superado todas las barreras, tanto las tecnológicas, como las legales y también las más complejas de superar, las de la confianza del conductor. Apenas dos décadas después, en 2050, la mayor parte de los coches que se circulen por las vías públicas tendrán ese sistema ya integrado como parte de su equipamiento.
Este binomio, coche eléctrico y autónomo, irá de la mano en su desarrollo. En ambos casos el impacto para nuestra sociedad será importante. Tanto por la mejora de la eficiencia, reducción de emisiones y reducción de la dependencia energética que traerán los primeros, como por la mejora de la seguridad en la carretera que supondrán los segundos con una reducción del 90% de los accidentes en la carretera.
Uno de los sectores que vivirán este cambio de una forma más profunda será el de los taxis. Con coches si conductor los diseños podrán ser más pequeños al no tener que reservar ese espacio precisamente para alguien al volante. Esto dará como resultado unos vehículos que adaptarán su tamaño al uso que vayan a recibir.
Algo que nos puede sonar a ciencia ficción, pero que ya es realidad en algunos lugares. Por ejemplo la localidad griega de Tríkala, con 80.000 habitantes, cuentan desde hace unos meses con un autobús eléctrico y autónomo. Este se encarga de cubrir una ruta de 2,4 kilómetros. El próximo año la ciudad suiza se Sion pondrá en marcha una pequeña flota de este mismo tipo de autobuses de la mano de la startup BestMile.
Anticipos de una evolución que no ha hecho más que empezar.
Vía | Energias-renovables
