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La evolución de las baterías pone en peligro el uso de la fibra de carbono en BMW

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Unas de las principales características de la familia de coches eléctrico de BMW, es el uso de un sistema de fibra de carbono para el cuerpo del vehículo. Una forma de reducir de forma importante el peso del vehículo, y de paso, lograr algo de publicidad y notoriedad.

Pero este material se ha chocado con la realidad. Los elevados costes de este sistema están presionando al consejo del fabricante alemán para que opte en el futuro por materiales ligeros menos modernos, pero más económicos. Según la consultora Frost & Sullivan, cada kilo de fibra de carbono instalado, que necesita ser pegado en vez de soldado, tiene un coste de 16 euros, mientras que el kilo de otros compuestos como el acero apenas llegan al euro por kilo.

Esto ha tenido como resultado que modelos compactos como el BMW i3 haya salido al mercado con un precio elevado. Su coste de partida con un equipamiento básico está en 35.500 euros. Un coste que se dispara en cuanto se quieren añadir los mínimos elementos de equipación.

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Ahora desde BMW se están replanteando esta política. Por ejemplo el nuevo Serie 5 no incorporará elementos de fibra de carbono en su propuesta. Algo que si harán otros como el Serie 7, al formar parte de un segmento más exclusivo donde los márgenes son más holgados.

Pero el propio presidente de BMW, Harald Krueger, ha afirmado en el pasado Salón del Automóvil de Los Ángeles, que «La fibra de carbono sigue siendo demasiado cara para los segmentos más pequeños, y que esos vehículos no podrán ser competitivos.«

La principal cuestión es que la evolución de las baterías, con un incremento del 50% en el caso del BMW i3 desde 2013, está provocando que el enorme coste de producción de su cuerpo esté cada vez menos justificado. Una inversión que en el caso de BMW se estima ha llegado a los 2.000 millones de euros entre el i3 y el i8.

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Por otro lado los de Munich han logrado una ventaja evolutiva en el uso de la fibra de carbono frente a sus rivales. Una ventaja estimada por los expertos en dos años. Algo que podría animar al fabricante alemán a dar una última oportunidad al material.

Uno de los problemas para BMW es que la competencia no se ha parado a contemplar las vistas. No hay más que echar un vistazo a las más de 400.000 reservas acumuladas por el Tesla Model 3, antes incluso de mostrar todo el coche. También hay motivos de preocupación en BMW por los nuevos planes de competidores como Mercedes o Audi.

Elementos que añaden presión a los defensores del uso de la fibra de carbono, que cada vez se quedan más solos, y que podría desembocar en su más que posible descarte de cara a las próximas generaciones de eléctricos.

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Vía | Reuters

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