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¿Por qué los coches eléctricos tienen sólo una marcha?

Una de las grandes diferencias entre los coches eléctricos y los convencionales tienen que ver con la transmisión de potencia del motor a las ruedas. Un vehículo de combustión interna tiene un cambio de marchas con tantas relaciones de transmisión como marchas, sin embargo, prácticamente todos los eléctricos tienen una única marcha.

Esto tiene sentido, ya que un motor eléctrico entrega el par máximo desde las cero revoluciones y a diferencia de un motor de combustión interna no necesita desacoplarse del tren motriz para mantener el ralentí cuando el coche está parado. Estas son las razones básicas, pero vamos a analizarlo en detalle.

Cambio de marchas tradicional – Audi

Los motores eléctricos tienen un rango de revoluciones mucho más amplio que el habitual para un motor de combustión interna y, a diferencia de los motores gasolina o diésel, entregan el par y la potencia máximos eficientemente en un rango extraordinariamente grande. Los diseñadores de vehículos eléctricos, en vez de añadir un cambio de marchas para que el motor pueda trabajar siempre en la zona óptima, han escogido una relación de transmisión con un buen compromiso entre aceleración y velocidad máxima. Contando que las revoluciones máximas de un motor eléctrico se sitúan en torno a las 20.000 RPM ni si quiera la velocidad máxima es un factor limitante.

Si un motor térmico tuviera una relación de transmisión única, para tener buena aceleración, la velocidad máxima no sería superior a los 70 km/h. Y si la velocidad máxima se diseñara para 200 km/h, nunca podría arrancar desde parado.

Por esta razón, para aumentar las prestaciones del motor (y limitar el consumo de energía) son muchos los coches eléctricos que tienen la velocidad limitada electrónicamente entre los 130 y 170 km/h, mejorando la aceleración al tener una relación de transmisión mayor.

Motor eléctrico versus motor de combustión: par, potencia y eficiencia

Otra ventaja adicional es la mejora de la eficiencia en la transmisión, al disminuir los engranajes en una conexión directa del motor al eje o a la rueda. No es necesaria una correa de distribución, ni aceite para su lubricación. Consiguientemente se produce un ahorro en el coste del sistema de transmisión y en el mantenimiento del motor.

En conclusión, se ha conseguido que un motor eléctrico pueda funcionar desde parado a la velocidad máxima sin elementos mecánicos auxiliares. Esta es la razón por la que la conducción de un vehículo eléctrico es tan suave y al acelerar siempre se encuentra en el punto adecuado para extraer toda la potencia y el par del motor.

La sencillez de estos motores y su sistema de transmisión, el bajo mantenimiento y el alto rendimiento pondrá antes o después a cada tecnología en su lugar.

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