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¿Estamos realmente ante el fin de los coches convencionales?

Hace poco veíamos algunos de los planes de ciertas ciudades europeas para expulsar a los coches más contaminantes de los centros urbanos. Si a esto sumamos el ‘dieselgate’ del Grupo Volkswagen, los efectos cancerígenos de los gases que emiten los coches diésel, e incluso su relación con Alzheimer, podrían ser los principales indicios de que ha empezado el fin de los coches convencionales.

Cargar un coche eléctrico es más barato que usar algunos de tus electrodomésticos de casa

Una gran solución para el corto y medio plazo son los coches eléctricos, pero no están libres de controversia. Las fuentes de energía necesaria para recargarlos, el proceso de fabricación y, sobre todo, reciclaje de las baterías. Está claro que el coche eléctrico también genera un impacto medioambiental y que hay emisiones, indirectas eso sí, en el proceso de fabricación, uso y fin de ciclo.

Pero el punto clave es la comparación de las emisiones directas e indirectas de coches convencionales de combustión y de los coches eléctricos. Y el mensaje es claro, los segundos tienen la ventaja, y la tuvieron hasta que, en la década de los ’30, los combustibles fósiles se abarataron notablemente y se abrió el grifo para los coches de combustión. Hoy, casi un siglo después, parece que la balanza empieza a moverse.

Aunque claro, la cuota de los vehículos eléctricos a nivel mundial es mínima en comparación con el resto, pero los gráficos de ventas/volumen muestran un franco ascenso desde hace años en los principales mercados. Esto se debe, en gran parte, a la mayor conciencia ambiental de muchos usuarios, a los problemas de contaminación en las ciudades, a una oferta cada vez más amplia de modelos y mejores infraestructuras.

Queda mucho camino por recorrer, la red de recarga pública debe seguir mejorando en algunos países, los precios de los eléctricos deben ser más asequibles, las ayudas sistemáticas y el usuario debe trascender a esa ansiedad por la autonomía, sobre todo cuando múltiples estudios a nivel mundial cifran los desplazamientos diarios en unos 50 km de media.

En relación con la recarga y autonomía, la gran mayoría de nosotros estamos habituados a un uso de dispositivos con baterías a lo largo del día que solemos recargar por la noche, seguramente sea muy fácil aplicar este método a un coche eléctrico. Ahora mismo hay varias opciones en el mercado con la que se pueden recorrer 200-300 km reales, suficientes para un día de uso y recargarlos por la noche.

Y es que precisamente estos hábitos de nuestra era marcarán la transición, los más jóvenes están creciendo -y moviéndose- con servicios de car/moto-sharing con vehículos eléctricos, de hecho, hasta valoran no tener coche en propiedad, pero si exigen que los coches que conducen sean cada vez más eficientes. Tal vez allí resida gran parte del cambio, pago por uso de un coche eléctrico.

Quedan por resolver problemas como el transporte público, el de mercancías, puntos de recarga en entornos rurales o soluciones para desplazamientos largos, pero lo que queda claro es que hay muchas razones para pensar que, después de 140 años de rivalidad, la electricidad y formas de propulsión eficientes, inclinarán la balanza hacia un futuro con un aire más limpio y ciudades más silenciosas.

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Vía | The Conversation

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