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¿Cómo serán los puntos de carga del futuro?

Los puntos de carga son una de las claves para la expansión del coche eléctrico. La creación de una amplia red de recarga pública es uno de los pasos críticos a la hora de conseguir que la movilidad eléctrica se implante de forma definitiva, sustituyendo por el camino a los coches de combustión y la actual red de gasolineras.

A pesar de que a la hora de la verdad los puntos de carga que más utilizaremos serán los domésticos (la mayoría de cargas se realizarán por la noche, aprovechando los periodos de menor demanda), los puntos de carga públicos son cruciales para que los coches eléctricos puedan sustituir a los de combustión a la hora de hacer largos viajes. Además, serán los encargados de que aquellos que no tengan garaje puedan permitirse la compra de un coche eléctrico.

Sin embargo, queda patente que los puntos de carga actualmente no están lo suficientemente avanzados a nivel tecnológico como para suponerle un problema a las clásicas gasolineras. Media hora para cargar el 80% de una batería si nos conectamos a un punto de carga rápida, problemas de compatibilidad en los conectores, infraestructura voluminosa y cara… ¿Cómo deberán ser los futuros puntos de carga para mejorar la expansión del coche eléctrico?

Por un lado, están los tiempos de carga. Según vayan aumentando las capacidades de las baterías, las actuales potencias de 50 kW de los cargadores rápidos se quedarán desfasadas, pues tardarán demasiado tiempo en cargar el 80% de una batería. Sin ir más lejos, para cargar un Nissan LEAF con la batería de 60 kWh (autonomía de unos 380 km reales) que saldrá a finales de año, haría falta estar conectado durante 72 minutos a una toma de 50 kW de potencia.

Así, los puntos deberán tener potencias mucho mayores que las actuales. Parece que el primer paso tras los 50 kW serán los 150 kW, una potencia que tanto los fabricantes de automóviles como los de puntos de recarga han acordado como un estándar. Después de los 150 kW llegarán los 350 kW, potencia que ya permitirá a los coches eléctricos batir a los de combustión.

Con una potencia de 150 kW, un Nissan LEAF de 60 kWh tardaría apenas 24 minutos en cargarse al 80% (es decir, ganaría 300 km en apenas veinte minutos), mientras que con un punto de carga de 350 kW en apenas diez minutos habríamos recuperado esos mismos 300 km. Tras estas dos potencias estándar probablemente lleguen otras incluso superiores, que permitan cargas completas en apenas unos pocos minutos, si bien todavía no se ha establecido un estándar.

Por otro lado, están los conectores. Actualmente hay dos tipos mayoritarios: CCS Combo en países como Europa y Estados Unidos, y CHAdeMO en algunos mercados de Asia. Lógicamente, los fabricantes tendrán que hacer un esfuerzo por unificar sus puertos de carga rápida bajo un mismo estándar. Sin embargo, cabe la posibilidad de que este paso no vaya a ser necesario.

¿Por qué? Porque es muy probable que los puntos de carga del futuro sean inalámbricos por inducción. A pesar de que este tipo de puntos de carga son algo menos eficientes que los que utilizan cables (aunque tampoco demasiado, pues actualmente alcanzan el 90% de eficiencia en la transferencia de energía), sus ventajas son numerosas: son cómodos de operar (son automáticos), más fáciles de unificar que las tomas de carga, su infraestructura ocupa muy poco espacio, apenas modifican el paisaje urbano…

De forma resumida, podríamos llegar a la conclusión de que los puntos de carga del futuro serán compactos, fáciles de utilizar, sin cables, muy eficientes, y con grandes potencias para poder cargar los coches eléctricos en tiempo récord.

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