Karen Bain es una empresaria escocesa que desde hace dos años se mueve a los mandos de un Renault ZOE. Hasta ahora no había tenido problemas para utilizar los puntos de recarga públicos para lograr completar sus jornadas sin mayores problemas.
Pero últimamente la cosa ha cambiado. Las carreteras británicas se han llenado de híbridos e híbridos enchufables, que junto con la oleada de nuevos eléctricos ha provocado que encontrar un lugar donde recargar sea una aventura cada vez más difícil de completar con éxito.
Pero el principal problema no es compartir la infraestructura de recarga entre las diferentes tecnología. Para Karen el principal problema tiene más que ver con el civismo que con la propia recarga.
La cuestión es que en varias ocasiones le ha sucedido que con la batería algo perjudicada a nivel de carga, ha acudido a alguno de los puntos donde puede lograr recuperar la misma de forma gratuita. Pero al llegar se ha encontrado un modelo híbrido estacionado en la zona destinada a la recarga, e incluso sin la toma de corriente conectada. Simplemente ocupando el espacio.
Otro de los problema es que en la mayor parte de las ocasiones, estas infraestructuras han sido instaladas con dinero público. Esto ha elevado el tono de las críticas de los propietarios de coches eléctricos, y algunos también de híbridos enchufables, que muchas veces no pueden recargar sus baterías por culpa de estos comportamientos.
La solución no es fácil. Una idea podría ser utilizar un sistema de identificación oficial como el que está enviando la DGT española a los propietarios de coches eléctricos, y castigar a aquellos que utilicen las plazas reservadas para eléctricos como zona de estacionamiento.
Mientras tanto seguirán saltando chispas entre los usuarios, sobre todo cuando las baterías estén en niveles de carga muy bajos.
Vía | Heraldscotland
