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Inglaterra se replantea su modelo fiscal para los automóviles. No se cumplen los objetivos de emisiones

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El objetivo de reducir las emisiones contaminantes por parte de los automóviles se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza para los gobiernos de la Unión Europea.

Rebajar las cifras de CO2 que sus coches emiten a la atmósfera es un objetivo que algunos estados están viendo como no evolucionan favorablemente. Uno de estos es Inglaterra, que con una media de 128.3 gramos por kilómetro se sitúa en la parte media alta del listado, pero que ha visto frenada su evolución de cara a los objetivos marcados por la UE de 130g/km para 2015 y 95g/km para 2021.

 

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Holanda, con una media de 109.1 gramos por kilómetro, encabeza la lista. Un estado que ha logrado reducir una cifra que en 2008 era de nada menos que 153 gramos por kilómetro. Una rebaja del 28.7% en sólo seis años.

Las cifras de Inglaterra son preocupantes ya que se trata de uno de los países donde la adopción del coche eléctrico ha sido más intensa. Pero no lo suficiente. Algunas plataformas están pidiendo al gobierno de Londres que tome cartas en el asunto con la puesta en marcha de un nuevo sistema fiscal que siga el ejemplo de Francia.

Nuestros vecinos aplican un formato donde las ayudas, hasta 6.300 euros más las otorgadas por las regiones, están financiadas por los impuestos que deben pagar los coches más contaminantes. De esta forma cuantos más coches diésel y gasolina se vendan, más fondos habrá para incentivar la compra de coches eléctricos.

 

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Además de ayudas directas a la compra, y castigo a los coches más contaminantes, varias organizaciones indican que hay que seguir profundizando en otro tipo de incentivos para la adquisición de coches más limpios, como la preferencia a la hora de estacionar en las zonas más concurridas, posibilidad de moverse por los carriles bus…etc.

La idea es mucho más que la promoción de una tecnología, el coche eléctrico o la de cumplir con una normativa europea. Cada año 400.000 personas mueren prematuramente en Europa por culpa de las emisiones de los coches con motor de combustión. Una cifra escandalosa que debería hacer a los gobiernos más vagos, como España o Alemania, replantearse sus débiles apuestas por los medios de transporte más sostenibles.

 

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