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Los expertos apuntan al problema de Alemania. Pocas ayudas al coche eléctrico, y siguen los incentivos a los diésel

Hace unos días hablábamos del problema del coche eléctrico en Alemania. Primer mercado del automóvil de Europa y donde las ventas de eléctricos no despegaba. Incluso el programa de ayudas valorado en 600 millones de euros apenas estaba siendo usado.

Ahora voces dentro de la industria, como la del profesor Ferdinand Dudenhöffer, experto en sector automovilístico alemán, han indicado dónde está el problema, y cuál es la solución.

Según este experto, uno de los problemas es que Alemania todavía mantiene subsidios fiscales en la compra de coches diésel. Algo que ralentiza la expansión de la movilidad eléctrica. La solución, además de eliminar las ayudas a los modelos diésel, sería grabar las ventas de estos, y con ese dinero incrementar la cantidad de ayuda a la compra de coches eléctricos. También añade que sobrarían fondos para expandir las redes de recarga. Otro de los pilares para la evolución favorable de las ventas de este tipo de vehículos.

Otro de los problemas que añade el experto es la pobre oferta de los fabricantes nacionales. No hay ningún modelo eléctrico de gama alta a la venta, estando sólo Tesla con sus Model S y X, que precisamente han sido excluidos del programa de ayudas. Una situación que esperan que cambie a partir de 2018 y 2019, cuando llegarán las primeras propuestas de las marcas alemanas en este sector.

Hasta el momento se han realizado casi 47.000 solicitudes para la ayuda de 4.000 euros que entregan a partes iguales gobierno y fabricantes. Una pequeña parte de lo previsto en un primero momento que pretendía poner en la calle unos 300.000 coches hasta 2019. Una cifra que con las actuales condiciones claramente no se lograrán.

Opinión

El problema para los alemanes no es sólo que no se vendan muchos coches eléctricos, sino que la falta de empuje de estos hace que las inversiones de los fabricantes germanos continúen centradas en los modelos diésel y gasolina. Algo que supone un claro peligro de supervivencia para un sector que se está moviendo hacia los modelos eléctricos, y donde quedarse atrás puede suponer un peligro irrecuperable a medio y largo plazo.

Una pescadilla que se muerde la cola que debería contar con la intervención de la administración pública empujando a unos conservadores fabricantes aferrados a un modelo claramente caduco.

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Vía | NOZ

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