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Un nuevo catalizador puede dar un impulso a las baterías de litio-aire

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Las baterías de litio-aire se han postulado desde hace años como una de las tecnologías más prometedoras para mejorar las prestaciones de estos acumuladores. Un sistema que puede ser usado tanto para electrónica de consumo, como también para fabricar baterías para coches eléctricos.

Ahora un grupo de investigadores de la Universidad de Dallas, Texas, ha hecho un descubrimiento que podría abrir las puertas a una nueva evolución de una tecnología que promete mejorar de forma sustancial las disponibles en estos  momentos. El equipo liderado por Kyeongjae Cho, profesor de ciencias e ingeniería de materiales en la Escuela de Ingeniería Erik Jonsson, ha descubierto nuevos materiales catalizadores que pueden ayudar a ampliar la capacidad de las baterías de litio-aire.

Como recuerda el propio profesor Cho, en todo el mundo se han puesto en marcha diferentes iniciativas relacionadas con este tipo de baterías, pero hasta ahora nadie ha logrado plasmarlo en la vida real. Algo que el desarrollo de este equipo quiere lograr solucionar mediante el uso de unos catalizadores de electrolitos solubles, que han demostrado un rendimiento muy superior a los catalizadores sólidos.

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El principal reto en estos momentos es lograr desarrollar un material para estos catalizadores solubles, ya que ahora mismo sólo pueden ser fabricados con unos materiales orgánicos muy concretos.

El principal argumento para apostar por esta tecnología es que son las únicas que se pueden equipara a la gasolina en densidad energética. Las baterías de litio-aire tienen una energía específica teórica de 11.140 Wh/kg. Es decir, toda la batería de un Nissan LEAF o un Renault ZOE en poco más de 2 kilos de peso. A esto se añaden aspectos como la menor cantidad de materiales necesarios para su fabricación, lo que debería dar como resultado menores costes.

En el lado negativo principalmente su baja vida útil. Algo donde el desarrollo del equipo del profesor Cho parece que ha logrado un pista para su solución.

La mala noticia, como casi siempre, viene dada por los plazos. Según admite el propio profesor Cho, necesitarán entre 5 y 10 años para lograr llevar este desarrollo del laboratorio a la calle. Un plazo que nos sirve para ver que la evolución es imparable, pero al mismo tiempo necesita unos plazos bastante más largos de lo que nos gustaría a los usuarios.

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Vía | Materialstoday

 

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