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Noruega. Un enorme éxito fruto del trabajo de casi 30 años de incentivos al coche eléctrico

Noruega se ha convertido en la gran referencia mundial en cuanto a implantación del coche eléctrico. Sólo el pasado mes de septiembre los coches eléctricos a batería lograban casi el 50% de las ventas. Un número al que podemos añadir las cifras conseguidas por los híbridos enchufables y que ha supuesto que seis de cada 10 coches vendidos en ese mercado contaban con posibilidad de cargarse en la red.

Pero este enorme éxito, que además se produce en medio de una alarmante falta de suministro de baterías, no es algo que haya sucedido de un día para otro. Todo lo contrario. El trabajo desde las administraciones públicas y el empuje de las asociaciones de usuarios del país, han llevado a este a poner en marcha el programa más ambiciosos y amplio del mundo.

Muchos piensan que el éxito de Noruega se basa en exención de impuestos, y rentas altas. Pero el proyecto tiene muchísimas más ramificaciones, y todo se inició en 1989. Cuando nadie hablaba del coche eléctrico, y casi 20 años antes de la fundación de Tesla.

Ese año el gobierno comenzó a poner en marcha sus primeras medidas para favorecer la expansión de los coches eléctricos. Unas medidas tímidas y sin grandes repercusiones, ya que en el mercado no había apenas vehículos a la venta. Pero sirvió de semilla para la preparación de medidas más ambiciosas.

En 1990 llegó la exención de impuestos de importación para los vehículos eléctricos. Una medida temporal que se convirtió en definitiva en 1996 y que facilitaba la importación de los pocos modelos que se estaban fabricando en aquella época, muchos de ellos todavía en fase experimental. Pero a pesar de lo cual supusieron el inicio de un movimiento que se ha extendido como una bola de nieve.

Gracias a estos movimientos, y la ausencia de oferta, los noruegos se lanzaron a fabricar su propio coche eléctrico. En 1994 nacía PIVCO, que posteriormente se cambiaría el nombre a Think. Una marca que los más viejos del lugar recordarán y que ha tenido una historia tortuosa, pero bastante más larga de lo que sus fundadores habrían pensado. Un pequeño fabricante que llegó a ser comprado por Ford, pero que terminó su vida comercial después de varias bancarrotas.

No sería la única aventura de los noruegos, que en 1999 comprarían a la danesa Buddy, para fabricar también un modelo eléctrico y urbano que se ha convertido en un habitual por el centro de la ciudades noruegas, donde gracias a su pequeño tamaño era capaz de estacionar como un Smart, de cara a la carretera.

En el año 2000 el gobierno experimentó con la que se convertiría en su medida más efectiva. La reducción de impuestos a los coches eléctricos. Pero en una primera fase se aplicó sólo a los coches de flotas de empresas e industriales. Después del éxito logrado en esta fase, Noruega estableció la exención del IVA a todos los coches eléctricos en 2001. Hace entonces 17 años de esa medida.

En 2003 se puso en marcha otra de las medidas clave para acelerar la implantación de eléctricos, como ha sido el permiso para poder circular por los carriles bus de la región de Oslo. Algo que ha animado a muchos propietarios que a pesar de que los coches que se comercializaban no eran de su segmento, veían como con ellos podían llegar al centro de la ciudad en mucho menos tiempo. Una medida que en 2005 se extendió a todo el país.

La otra parte clave para poder hablar del éxito del coche eléctrico de Noruega se inició en 2008, con el arranque de la expansión de la amplia red de puntos de recarga pública. Una medida que como casi todas arrancó en la región de Oslo, para posteriormente extenderse a otras zonas.

Aunque menos conocida, la medida de que los coches no pagasen pasaje en los ferrys también ha servido como incentivo para la venta en un país donde una importante cantidad de desplazamientos se realizan en este tipo de transporte. Algo que posteriormente se extendió a los peajes de los muchos puentes que conectan las diferentes islas del país.

Un proyecto a corto, medio y largo plazo, que también ha contemplado las realidades del mercado, poniéndose como objetivo llegar a los 50.000 coches eléctricos en sus carreteras antes de terminar el programa de ayudas. Algo que ha sucedido en 2015, pero que no ha sido impedimento para la extensión de la totalidad de las medidas de ayudas al menos hasta 2020, cuando se volverán a revisar los logros conseguidos.

De forma paralela Noruega ha invertido miles de millones de euros en transformar su sistema eléctrico para que este logre su práctica totalidad, un 98%, de fuentes renovables. Principalmente la energía hidráulica. Algo que supone en la práctica que la recarga de su cada vez más amplia flota de eléctricos se recargue con energía limpia.

¿Es posible replicar el modelo noruego en otros países?

Podemos pensar que Noruega es un país con una población muy pequeña, unos 4 millones de habitantes, y con un poder económico incomparable con el resto de economías europeas.

Pero como vemos el éxito no ha sido cuestión de un día para otro, y que el éxito noruego tiene su base en un trabajo a largo plazo que ha tenido en el sector público su principal impulsor, y que ha tomado medidas serias y ambiciosas que han logrado crear una percepción del potencial de la movilidad sostenible entre los noruegos. Algo que les permitirá convertirse con total seguridad en el primer país del mundo con una tasa de ventas cercana al 100% de coches eléctricos.

Fuente | ELBI

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