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El derrumbe del carbón provoca que recargar un coche eléctrico en España sea más limpio que nunca

Entre los principales argumentos de los que critican al coche eléctrico está que la electricidad que se usa para recargar sus baterías procede de fuentes contaminantes. Un mantra que acompaña a muchas personas que no se han informado y que no han visto que la dinámica de esta situación en España ha cambiado de forma radical en los últimos 10 años.

En este periodo la dependencia de formas de generación sucias como el carbón se han reducido de forma drástica, y según el consultor especializado en mercados eléctricos, Francisco Valverde (@FranValverdeS) en una publicación en El Periódico de la Energía, las emisiones de las fuentes contaminantes en nuestro país han caído un 54% en los últimos 12 años, pasando de las 111 millones de toneladas equivalentes de CO2 (MtCO2e) a las 50 que se espera lograr este año.

A la bajada del uso del carbón podemos añadir el incremento de las fuentes renovables. En los 11 primeros meses del año la energía eólica, una de las que más ha crecido en los últimos años, ha logrado encargarse del 21,1% de la producción, que podemos añadir el 3.5% de la fotovoltaica que está comenzando a volver a la senda del crecimiento después de unos años de oscuridad, así como la hidráulica, con un 9.1%.

En total las energías renovables han ocupado el 37.6% de la producción eléctrica en España entre enero y noviembre, a lo que podemos sumar el 22.6% de la nuclear, sin emisiones directas, lo que nos da un 60.2% de producción sin emisiones de CO2.

Una cifra que no parará de mejorar en 2020 gracias a la puesta en marcha de las instalaciones renovables asignadas en las subastas de 2016 y 2017, que permite anticipar una reducción aún mayor de las emisiones de CO2 del sector eléctrico y un avance importante hacia la descarbonización del sector.

Una dinámica positiva sobre la que hay mucho que hacer, por ejemplo favoreciendo todavía más las instalaciones fotovoltaicas residenciales que deberían contar de serie con un balance neto para lograr de esa forma optimizar la inversión, y de paso rebajando todavía más la dependencia de las fuentes contaminantes durante el día, apoyándonos más en fuentes como la eólica durante las noches. Algo que sumado a la expansión de tecnologías como la V2G (Vehicle Two Grid) que permitirá usar a los vehículos eléctricos conectados como fuente de respaldo, permitirá desplazar en esta labor a fuentes emisoras de CO2 como el gas.

La conclusión es que recargar un coche eléctrico en España usando la red general es más limpio que nunca, y además la evolución es que cada año la aportación de fuentes sucias vayan disminuyendo hasta su práctica total desaparición provocando no sólo que la recarga sea limpia, sino que además los procesos industriales de fabricación dentro de nuestras fronteras de los propios vehículos también sean cada vez menos contaminantes. Algo que debería ser un valor añadido para atraer a nuestro país futuras instalaciones de producción de vehículos y baterías.

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