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El coche eléctrico no será una amenaza para la red eléctrica, pero esta debería comenzar a prepararse para su llegada

Desde hace años existe el temor de que la llegada masiva de coches eléctricos al mercado termine por colapsar la red eléctrica. Un mito más que una realidad que no quita que los expertos coincidan en que las empresas distribuidoras deberían comenzar a tomar medidas para evitar cualquier imprevisto en el futuro.

En una reunión de algunos de los principales protagonistas del sector eléctrico europeo entre las que se encuentran New Motion, una red de carga holandesa propiedad de la petrolera Shell, el distribuidor eléctrico francés Enedis, o el especialista en flotas de alquiler británico Octopus Electric Vehicles, han llegado a una conclusión de que aunque el coche eléctrico no sea una amenaza, incluso las cifras actuales son para tener en cuanta de cara a futuras actuaciones.

Según los datos actuales, en Europa hay un total de 1.5 millones de coches eléctricos registrados. Algo que representa apenas el 1% del total. A pesar de estos representan una parte residual del mercado. Para estos, existe una red de puntos de recarga que se estima ha llegado a los 500.000 puntos entre los principales mercados, el Reino Unido, Francia, Alemania, los Países Bajos y Noruega.

El estudio indica que si todos los puntos públicos y privados se usasen de forma simultánea a su máxima potencia, serían necesarios 7.5 GW de potencia eléctrica para atender esta demanda. Una cifra que supondría el 15% de la potencia pico que cada día se demanda en todo el Reino Unido.

Otra proyección indica que en 2030 habrá en mercados como Reino Unido 11 millones de coches eléctricos. En caso de que todos estos vehículos llegasen a casa y se conectasen a una toma de 7 kW, supondría llegar a los 77 GW. Casi el doble de la actual demanda pico en Reino Unido y en España que en 2019 marcaron un máximo de 40 GW.

Desde las eléctricas se indica que incluso con elevados niveles de penetración del coche eléctrico, no habrá problemas para manejar los picos de demanda. La tecnología permitirá amortiguar el impacto de millones de coches eléctricos conectados de forma simultánea gracias a sistemas como las redes inteligentes, que permitirán por un lado desbloquear una sociedad donde se usarán más las energías renovables, y donde los vehículos podrán ser cargados de forma escalonada adaptando la potencia a la capacidad real.

Para los operadores, la recarga inteligente, aquella que favorece las cargas durante las horas de menor demanda, serán un aspecto crítico para reducir el impacto de las recargas en la red. Mucho más incluso que tecnologías tan llamativas y mediáticas como la V2G. Aquella que supone el usar la batería del vehículo como respaldo de la red con un sistema bidireccional, pero que los operadores ven como algo difícil de incorporar a nivel comercial. Otro freno al V2G es que de momento sólo funciona bajo el formato CHAdeMO. Un formato marginal dentro de los fabricantes que trabajan en Europa que en su mayoría han apostando por el CCS Combo, que no es compatible con el mismo.

Y es que aquí es donde ponen sobre la mesa una de las peculiaridades del coche eléctrico y su recarga, indicando que su impacto dependerá del lugar donde se recargue. No será lo mismo un coche en Suiza o Austria, con menor densidad poblacional, mayor proporción de viviendas unifamiliares que permiten seleccionar la hora donde recargar, y una fuerte producción renovable, que el centro de París, con mayor concentración de población y una mayor demanda de la recarga rápida pública.

Algo que quiere decir que las inversiones más urgentes para los operadores estarán localizadas en determinados «puntos calientes» y que no será necesaria la adaptación de toda la red donde la mayor parte de los usuarios cargarán durante las noches y a baja potencia. Un aspecto que supondrá que no tengan ni que aumentar apenas la potencia contratada en sus viviendas.

Según el informe, las eléctricas están realizando pronósticos para los próximos 15 años, y han incluido la entrada en el mercado de millones de vehículos eléctricos. La conclusión es que estos no serán el mayor impulsor de la inversión en la red y su impacto será compensado con las inversiones que se realizarán en sectores como las energías renovables. Sin embargo, indican que habrá que estar atentos a los aspectos sociales junto con los técnicos. Habrá diferentes patrones de movilidad y uso de automóviles en el futuro, incluidos trenes y bicicletas también. Esto volverá a diferir entre los escenarios rurales y urbanos, lo que añade una enorme cantidad de variables a la situación.

La conclusión es que el coche eléctrico incluso a gran escala no será un problema para las redes eléctricas, pero al mismo tiempo desde las empresas de distribución se deberían comenzar a tomar medidas sencillas como incentivar de forma intensa el hábito de recargar las baterías durante las noches. Esta será una medida básica que podrá ser complementada con otras como el uso de baterías de respaldo en las estaciones de carga rápida, que permitan minimizar el impacto de su uso masivo en el futuro, y que nos dibujan un escenario tranquilizador de que no habrá problemas de apagones con la implantación del coche eléctrico.

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Vía | Openaccessgovernment

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