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Francia permite por fin la conversión de coches en eléctricos, pero con importantes limitaciones

Después de una larga lucha, los defensores de la conversión de vehículos con motor de combustión en eléctricos en Francia han logrado que el gobierno apruebe un marco regulador que facilita este proceso. Una actividad que supone por un lado el poder recuperar coches cuyo sistema diésel o gasolina ya no funcione de forma correcta, con el consiguiente ahorro en la fabricación de un coche nuevo, así como incentivar una actividad industrial con un gran potencial de desarrollo.

Según la norma, podrán ser convertido los vehículos de la categoría M (vehículos con al menos 4 ruedas y diseñados para el transporte de pasajeros: turismos, minibuses, autobuses, incluidos modelos articulados, autocares) así como los del grupo y N (vehículos diseñados para el transporte de mercancías y que tengan al menos 4 ruedas: vehículos comerciales ligeros, camiones de todos los tonelajes) que deberán contar con más de 5 años de antigüedad desde su primera matriculación.

También se podrá realizar esta operación dentro de los vehículos del grupo L (vehículos motorizados con 2, 3 o 4 ruedas: ciclomotores, motocicletas con o sin sidecar, varios cuadriciclos, etc.) en cuyo caso el plazo se reduce a los 3 años.

Una gran noticia que facilita la homologación a un simple trámite burocrático, cuando hasta ahora era necesario el permiso del fabricante.

Pero la norma ha llegado con importantes limitaciones. Por un lado el vehículo tendrá que ser convertido con un kit homologado que deberá cumplir ciertos requisitos en términos de compatibilidad electromagnética, distribución de peso, requisitos de seguridad específicos para los sistemas de hidrógeno, y del funcionamiento de sistemas como los frenos y demás.

Además esta operación la tendrá que hacer un taller con permiso para este tipo de operaciones. Algo que desde el gobierno galo se defiende desde el punto de vista de la seguridad y que evitará la conversión casera que tiene tanta tradición en lugares como Estados Unidos.

Otra limitación será que el motor a instalar no podrá contar con una potencia superior a la disponible en el modelo original. Por lo tanto si el coche a convertir tenía 50 CV, se tendrá que instalar un sistema eléctrico de esa potencia. Un aspecto que desde la administración defienden como una forma de limitar el coste de la transformación y mantener la seguridad original del coche.

Opinión

Como siempre estas medidas llegan tarde, y además la burocracia hace que sea poco efectiva. Sin duda es una buena noticia que alguien pueda convertir su viejo coche con un sistema eléctrico, algo que puede tener sentido desde el punto de vista ambiental y sentimental. Pero el poner en manos sólo de los talleres hará que los costes aumenten y a la vista de la bajada de los precios de los coches eléctricos de ocasión, no sea una operación interesante desde el punto de vista económico.

Y es que hacerse una conversión, que además estará limitada en el aspecto mecánico, supone un coste de al menos 15 mil euros entre piezas y mano de obra. Un presupuesto con el que podremos hacernos con algunos modelos eléctricos de la primera generación como un LEAF y sustituir su batería por un pack con celdas de litio de mayor capacidad que el original, y que no necesita homologación.

Una razón que sumado a la obligación de usar kits que limitará de forma intensa el potencial de la conversión de vehículos que seguirá siendo un sector totalmente residual en Francia, tal como lo es en España donde las barreras burocráticas son también intensas.

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