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Las baterías de flujo siguen mostrando su enorme potencial de almacenamiento estacionario de bajo coste

Cuando hablamos de un futuro donde las energías renovables se encarguen del 100% de nuestras necesidades de electricidad, son muchas las preguntas que aparecen respecto a la regulación de su intermitencia. Algo que llevará a una maximización del sistema eléctrico que tendrá un elevado coste económico, o al uso de sistemas de almacenamiento en su mayor parte con un coste muy elevado. Pero en el mercado hay soluciones ya funcionales que pueden ayudar a facilitar esta transformación del sector. Las baterías de flujo.

La empresa australiana Redflow lleva unos años trabajando con esta tecnología que utiliza una solución de bromuro de cinc (ZnBr2) que se almacena en dos tanques. Un tanque almacena el electrolito positivo y el otro el negativo. Se trata de una reacción reversible que genera electricidad cuando ocurre y que puede volver a su origen aportando la misma.

Entre los beneficios de esta tecnología está su elevada vida útil. Según sus desarrolladores, pueden soportar más de 10 años de uso sin notar pérdida de rendimiento en unos procesos de carga y descarga que pueden llegar al 100%. Una cifra que podemos comparar con el 60% de las baterías de plomo, o el 80-90% de las de litio.

Además pueden trabajar en condiciones de calor extremo, hasta 50 grados centígrados, y de forma segura por la separación física de sus componentes y el líquido retardante del que están formados. Factores a los que se suman su facilidad para ser recicladas una vez terminada su vida útil ya que su cuerpo está formado por plástico, aluminio y acero, mientras que el electrolito se puede quitar y limpiar y utilizar en una nueva batería.

Son muchas las aplicaciones donde este tipo de baterías están siendo seleccionadas. Principalmente instalaciones aisladas como antenas repetidoras de señal de televisión o teléfono, que necesitan un sistema de respaldo fiable y de mínimo mantenimiento, que además añade el factor del poco interés de los ladrones que buscan baterías de plomo o litio para su reventa.

Pero esta tecnología cuenta con una amplia variedad de aplicaciones, y como ejemplo una de las últimas instalaciones, realizadas en la Universidad de Swansea, que ha encargado un sistema de 120 kWh de estas baterías de flujo, que trabajarán conjuntamente con una instalación de paneles fotovoltaicos y que se encargarán del sistema de aerotermia por bomba de calor que da servicio a las instalaciones.

Un sistema que puede ser escalado según las necesidades del cliente, y que nos demuestra que atenuar las intermitencias de una red eléctrica basada en energías renovables es técnicamente posible, aunque supondrá realizar importantes inversiones tanto en maximizar la red, como en dibujar un sistema capilar con almacenamiento a gran y pequeña escala con estas económicas baterías que ya ha visto como en algunos mercados se ponían en marcha instalaciones de 800 MWh.

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Fuente | Redflow

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