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La industria de los combustibles fósiles se enfrenta al inicio de su colapso por la reducción de consumo

La actual crisis desatada por el coronavirus ha acelerado la caída de la industria de los combustibles fósiles, que se enfrentan a un escenario donde las energías renovables y el coche eléctrico tienen cada vez más protagonismo. Una tormenta perfecta que provocará un agujero de 22 billones de euros, lo que supondría el principio del fin de uno de los sectores más contaminantes del mundo.

Así lo indica en uno de sus últimos informes la iniciativa Carbon Tracker, un laboratorio de ideas sin ánimo de lucro con sede en Londres que investiga el impacto del cambio climático en los mercados financieros, que asegura que la demanda mundial de combustibles fósiles se ha desplomado cerca de un 10% por el parón económico derivado del coronavirus. Un sector que muchos economistas avanzan que no se recuperará de esta crisis, que puede ser definitiva para esta industria.

El informe indica que la demanda de combustibles seguirá cayendo un 2% cada año, lo que causará un fuerte impacto en los ingresos de compañías como las petroleras, el gas y el carbón, que se enfrentan a un impacto en sus beneficios de hasta 34.000 millones de euros en los próximos años.

El informe avisa de que este impacto en las compañías de combustibles fósiles podría enviar ondas de choque a través de la economía global, porque su valor de mercado constituye una cuarta parte de los mercados de renta variable del mundo y deben cientos de miles de millones de dólares a los bancos del mundo.

El autor del informe, Kingsmill Bond, apuesta por comenzar a realizar una transformación y reducción ordenada de los activos de combustibles fósiles para tratar de tener control de este impacto sobre la economía global. De hecho, el documento avanza que se trata del declive del sistema basado en combustibles fósiles por un crecimiento más rápido de lo esperado de las energías renovables.

El informe se basa en los estudios realizados por la Agencia Internacional de Energía, que pronosticó que las consecuencias de Covid-19 conducirían a la caída más severa en la demanda de energía desde la segunda guerra mundial, y provocarían bajas en varias décadas para el consumo mundial de petróleo, gas y carbón, mientras que las energías renovables continúan creciendo.

La demanda mundial de combustibles fósiles se ha desplomado en casi un 10% en medio del bloqueo del coronavirus, y muchos economistas creen que el sector podría no recuperarse de la crisis.

Mientras tanto las energías renovables continúan con su imparable crecimiento impulsadas por sus cada vez más competitivos costes, y por ejemplo Europa cumplirá el objetivo marcado para este 2020 de generar el 20% de energía a través de renovables, llegando incluso a superarlo ligeramente.

España y Alemania lideran la clasificación de la Liga Europea en implantación de renovables, convirtiéndose en las que más MW han instalado. Nuestro país se situaría como líder absoluto en nuevas instalaciones, y todo con unas proyecciones de lograr alcanzar el 50% de producción procedente de energías renovables para 2020, a lo que habría que sumar a la nuclear, que aportará algo más del 22%. Algo que nos indica que ya este año España contará con una producción libre de emisiones de más del 70%.

Un aspecto que supondrá un sistema eléctrico cada vez más competitivo, al que se sumará la aceleración de implantación del coche eléctrico en Europa gracias al impulso que los gobiernos están dando a su sector automovilístico, centrando los esfuerzos en lograr una salida de la crisis más sostenible, y favoreciendo a los coches eléctricos.

Un escenario muy negativo para unos combustibles fósiles que han entrado en una espiral negativa que la crisis del coronavirus parece que no ha hecho más que acelerar y que tendrá como consecuencia no sólo que las inversiones en el sector sean cada vez menos atractivas, sino también una reducción de emisiones y de la dependencia energética de espacios como Europa.

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Fuente | Carbontracker

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