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Los coches eléctricos de Volkswagen persiguen el balance neutral antes, durante y tras su uso

La neutralidad de emisiones de CO2 es un proceso que implica una dinámica desde el inicio al fin del ciclo de vida útil de un automóvil.

Que un vehículo sea sostenible implica que, desde su concepción hasta el fin de su vida útil haya sido ejemplo de equilibrio y respeto para con el medio ambiente. Esto se puede medir y demostrar en función de la huella ambiental que, como cualquier producto o actividad humana, queda impresa en el entorno.

Por eso, la industria del automóvil se ha sumado a la iniciativa global, a partir del pacto firmado en la Cumbre del Clima de París de 2015 que fijaba el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono, CO2, con el fin de lograr una disminución del calentamiento global derivado de la producción de este gas.

La consecución de este fin es complicado y requiere tanto de la voluntad, como de la ciencia, así mismo, de la ingeniería y de la inversión para alcanzar una producción respetuosa con la naturaleza y cuyo balance de C02 sea neutral.

Volkswagen, como marca y como grupo, ha hecho como propio el objetivo para 2050 y, para ello, desde sus instalaciones como sus vehículos persiguen la reducción tanto de la emisión de gases como el CO2 como el impacto ambiental.

En instalaciones como la de Zwickau, desde donde son ensamblados los nuevos Volkswagen ID.3, el primer coche 100% eléctrico fabricado a partir de la plataforma específica para vehículos de tal condición del Grupo, se propone un vehículo sostenible ya que, su balance final una vez se dé por concluida su vida útil, debe ser neutral, en medida de que su recarga se realice a partir de energías verdes.

Pero no solo el grupo de coches eléctricos de nuevo cuño de Volkswagen, conocido como la familia ID., son el producto final cuyo equilibrio ambiental sea medible.

El balance neutral se consigue antes de fabricar los automóviles

La citada planta de Zwickau cuenta con soluciones tecnológicas de última generación para reducir tanto su impacto ambiental, como la disminución de los residuos generados así como el máximo aprovechamiento de los recursos.

Por ejemplo, gracias al programa Think Blue. Factory de Volkswagen, las emisiones de dióxido de carbono, en 2018, generado por cada automóvil o componente fabricado se han reducido en hasta un 40% respecto de lo que suponía la misma actividad en 2010.

El impacto ambiental de las instalaciones también ha logrado ser rebajado en hasta un 30% en comparación con lo fijado en 2018 y para con el citado año 2010 y, para el próximo 2025, Volkswagen prevé una reducción en un 45%.

Cómo se consigue reducir el impacto ambiental

Además, no solo la fabricación de los coches eléctricos viene enmarcada en un contexto sostenible sino que, el constructor alemán, mantiene una política de análisis, evaluación y validación de los proveedores primarios y secundarios que aportan a las cadenas de montaje.

Así, respecto de las baterías, las celdas que constituyen los acumuladores energéticos, son provistas por el especialista LG Chem. El acuerdo de colaboración tenía entre sus puntos clave que, para poder establecerse este trato, la empresa proveedora debería no solo garantizar el uso de energía verde en el proceso de fabricación sino que debería poder demostrarlo, como así hacen.

También en cuanto a la mecánica de los coches eléctricos de Volkswagen la marca persigue el balance neutral de CO2 ya que, para la fabricación de sus vehículos, el acero que constituye su arquitectura es elaborado de tal forma que reduce hasta en un 70% las emisiones.

Algo que ocurre también en cuanto a los motores que darán vida a los automóviles eléctricos como los de la familia ID. ya que, en la constitución de los propulsores, Volkswagen asegura haber reducido hasta el 50 % las emisiones de CO2.

En conjunto, desde los primeros pasos dados para fabricar un coche, pasando por su ensamblaje y su posterior uso, la industria del automóvil y más en concreto, Volkswagen, demuestra su implicación respecto a que una movilidad sostenible implica también sumarse al respecto máximo por el entorno a través de medidas que trabajen y logren un equilibrio neutro en la producción de residuos como es el dióxido de carbono.