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El incidente del primer autobús autónomo de España muestra cuales serán los verdaderos retos de estos vehículos

La conducción autónoma se abre poco a poco paso como una alternativa de mejorar nuestra comodidad al volante, y sobre todo nuestra seguridad. Eliminar el factor humano supondrá un salto adelante enorme en un problema que en 2019 supuso la muerte de más de 22.000 personas en Europa, sin contar con los heridos. Pero esta tecnología tiene retos a superar, tanto tecnológicos, como el que ha sufrido el primer autobús autónomo que ha comenzado sus operaciones en Madrid.

Desde principios de esta semana la empresa asturiana Alsa ha puesto en marcha en la Universidad Autónoma de Madrid un microbús eléctrico y autónomo para desplazarse por el campus. Se trata de un proyecto piloto que usa un vehículo desarrollado por la compañía francesa Easymile.

Un modelo que incorpora la última tecnología de conducción autónoma en un sistema formado por sensores Lidar, cámaras, GPS y RTK (posicionamiento cinemático en tiempo real), así como una unidad de medida inercial (IMU) y odometría.

El objetivo es mover a los estudiantes por el campus a baja velocidad, unos 20 km/h. Una tarea sencilla que esta semana ha tenido un estreno accidentado que ha provocado algunos titulares explosivos que nada tienen que ver con la realidad. 

En algunos medios hemos podido leer como «El primer autobús sin conductor en España se estrella en su primer día de pruebas» o «El primer autobús eléctrico sin conductor de España no debutó con mucho éxito».

La cuestión es que durante su estreno, un vehículo que precedía al pequeño autobús no frenó a tiempo en un semáforo, lo que provocó un pequeño accidente por alcance. Una situación que se ha resuelto con unas pequeñas ralladuras y sin daños personales ni mecánicos, pudiendo ambos vehículos continuar con su marcha sin mayores problemas.

Esto nos deja ver por un lado el enorme desconocimiento e incluso algo de miedo de los grandes medios con esta tecnología, con unas crónicas que nos recuerdan a las apocalípticas noticias sobre los incendios de los coches de Tesla en su momento. Algo que nos indica que los desarrolladores tendrán que enfrentarse además de los retos técnicos y económicos, también en esta primera fase al desconocimiento y desconcierto de la prensa tradicional.

La otra conclusión es que uno de los principales retos para el coche autónomo serán los conductores humanos. Su comportamiento no será como el nuestro, y cumplirán la normativa a rajatabla. Algo que supone que cuando el semáforo se pone en ámbar, no lo traduce como «acelerar» sino tal como indica la reglamentación frenará para detenerse. Algo que sin duda se traducirá en más de un percance como el vivido por este pequeño modelo.

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