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Los españoles son los europeos más convencidos con las ventajas de los coches eléctricos

Seguro que casi todos podríamos pensar que en España la percepción del coche eléctrico es todavía muy baja y alejada del gran público si la comparamos con los principales mercados europeos. Ya sea por cuestiones como el precio, la baja red de recarga, y sobre todo las frustrantes políticas públicas. Pero según un estudio encargado por Renault, los españoles somos los europeos más convencidos de los muchos beneficios que supondrá la apuesta por el coche eléctrico.

Esta encuesta se ha publicado coincidiendo con las jornadas de trabajo eWays que organiza el Grupo Renault, en las que comparte su visión de la transición hacia la movilidad cero emisiones a través de sus nuevos productos y tecnologías. En este marco, ha encargado a la consultora IPSOS un estudio sobre las perspectivas de movilidad electrificada en Europa.

La encuesta se ha realizado dentro de los 5 países principales mercados europeos del automóvil (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España), a través de 5.000 entrevistas (1.000 por país), realizadas durante el mes de agosto de 2020 a personas de 18 años o más.

Las principales conclusiones que se deducen sobre lo manifestado por los ciudadanos españoles encuestados son las siguientes:

En lo referente a su posición sobre el cambio climático, hay que señalar que, si bien, en términos generales, están más preocupados por la salud y por asuntos socioeconómicos (como la pobreza o el desempleo), estamos más dispuestos que la media europea (68% frente a 65%) a realizar esfuerzos personales para combatirlo.

En cuanto al futuro de los coches eléctricos o híbridos, los españoles somos los más convencidos de la muestra europea en el hecho de que estos vehículos sean los que aporten un impacto más positivo en la lucha contra la contaminación y, junto a los italianos, los más entusiastas en desear el desarrollo de estas tecnologías en los próximos 10 años. (España un 91% frente a Alemania un 65%, por ejemplo).

De hecho, entre los 5 países europeos objeto de estudio, los españoles se han situado entre los que en mayor proporción (48% de España frente a 38% de media) piensan que su próximo vehículo será uno eléctrico. Argumentan en la encuesta que esa elección les va a permitir reducir la contaminación (56% frente a 44%).

Es significativa la opinión, transmitida por igual en todos los países analizados, de que la transición energética hacia tecnologías menos contaminantes va a un ritmo lento.

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Los encuestados también expresaron sus hábitos de conducta en términos de movilidad, llegando el estudio a concluir que un europeo realiza 34 kilómetros de media diaria, y que 4 de cada 5 recorren menos de 50 km diarios.

El estudio también arroja la preocupación de los europeos por el desarrollo de la infraestructura de recarga pública, que se estima insuficiente, en particular por parte de los encuestados españoles, que lo identifican como el freno principal (41% frente a 35% de la media europea).

Por último, la reacción de los ciudadanos españoles encuestados frente al uso del transporte en el marco de la pandemia, es destacar el cambio en el uso del mismo (49% frente a 40% en la media europea) y que el riesgo de contraer el coronavirus se ha convertido en la principal razón (52%) a la hora de elegir uno u otro medio de transporte, muy por encima del coste (35%), y también de forma más acusada que la media europea (Riesgo COVID-19: 43%).

Fuente | Renault

Opinión

Por supuesto las encuestas son eso, encuestas entre un reducido grupo de usuarios. Pero esta nos muestra el enorme potencial de desarrollo que tiene el mercado del coche eléctrico en un mercado como el de España donde su implantación tendrá un enorme impacto socio económico.

Supondrá reducir emisiones contaminantes, y el mayor aprovechamiento de nuestro potencial en producción mediante fuentes de energía sin emisiones, lo que acarreará grandes ahorros económicos en la importación de hidrocarburos y la creación de cientos de miles de puestos de trabajo cualificados y no tan dependientes de la estacionalidad y las crisis, como el turismo.

El problema es que desde la administración se ha hecho históricamente un trabajo nefasto, con una legislación que frena las ventas por ejemplo, poniendo en manos de las administraciones regionales los programas de ayudas. Algo que da como resultado una dilatación en la puesta en marcha, y además el esperpento de que cada comunidad puede poner sus condiciones dando lugar a imaginativas cláusulas que no hacen más que torpedear las ventas.

Algo que tiene como consecuencia mucho más que simplemente vender menos coches. Hay menos ventas, por lo que hay menos interés, menos inversión, y con el resultado de ser un mercado menos atractivo a la hora de implantar nuevas instalaciones productivas, como fábricas de coches o baterías. Algo que nos está haciendo perder el último vagón del tren que se está marchando todo para el centro y norte de Europa donde hay una mejor acogida por parte de las administraciones a estas nuevas tecnologías.

Una dinámica que desde el gobierno deberían trabajar por cambiar, apoyando tanto la parte comercial con un programa centralizado y dotado de un presupuesto mínimo, o al menos con deducciones fiscales, y al mismo tiempo apoyar las iniciativas que busquen implantar líneas de producción en nuestro país.

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