El sector de la automoción en España está sufriendo un duro golpe por la caída de ventas provocada por la situación sanitaria, que ha tenido como resultado situaciones como cierres perimetrales e imposibilidad para muchos clientes acceder a los concesionarios. Un aspecto que ha supuesto un descenso del 40% de ventas en febrero, del que no se han librado los coches eléctricos que han recordado sus cifras un 32%. Pero a pesar de esto existe una demanda latente de clientes que quieren cambiarse al coche eléctrico, pero que por diferentes razones no lo hacen. Algo que permitiría al sector reducir el fuerte impacto que están viviendo.
La pregunta es cuántos coches eléctricos se podrían vender en España. Una pregunta que tiene dos respuestas. Con la actual situación de inacción por parte del gobierno, pocos. En caso de que desde las administraciones se pusiesen todos los medios necesarios, tal como han hecho otros mercados como Alemania, Francia o Italia, sin duda muchos más. ¿Pero cuántos más?.
Durante el pasado Foro de Nissan, donde se han dado cita algunos expertos del sector, en caso de que desde el gobierno se diese un impulso definitivo al sector del coche eléctrico, las ventas podrían aumentar en 2021 un 40% respecto al 2020. Una cifra que supondría matricular unas 60.000 unidades y lograr una cuota solo contando los modelos eléctricos del 6%.
Sin duda sería un hito para nuestro mercado, aunque algo modesto a estas alturas si lo comparamos con los datos de otros como Alemania. Un 6% que sería la bomba hace dos o tres años pero que será algo menos llamativo en una situación actual donde la madurez del mercado del coche eléctrico es cada vez mayor. Un logro que incluso podría ser mayor en caso de contar con un marco legislativo favorable.
Además de las ayudas directas, una de las herramientas con más potencial de animar a los clientes a dar el salto, desde la industria se ha puesto sobre la mesa una medida clave que podría ayudar a revolucionar las ventas. Sería la reducción del IVA, que permitirá poner en marcha programas más sostenidos en el tiempo y sin dependencia de renovación de presupuestos ni reparto entre comunidades autónomas.
Así lo ha expresado por ejemplo la vicepresidenta ejecutiva de Faconauto, Marta Blázquez, que durante su comparecencia ha indicado que la rebaja en el IVA para los coches eléctricos es una medida que comparten la asociación de fabricantes y la de concesionarios. Una cuestión fiscal que requiere un enfoque global aplicado de forma homogénea en todo el territorio para evitar agravios comparativos.
Por su parte Christian Costaganna, responsable de ventas de Nissan Iberia, ha indicado que la fiscalidad es un elemento básico para posicionar a España como punta de lanza de la electrificación. Si se toman iniciativas para reforzar los Planes de incentivo al vehículo eléctrico y además se toman medidas fiscales claras y contundentes como puede ser la rebaja del IVA para vehículos eléctricos, el mercado de este tipo de vehículos podría crecer de forma importante incluso en un año de duras caídas para el sector.
Si a esto añadimos una aportación por parte de los fabricantes, por ejemplo ofreciendo fórmulas de financiación con bajos intereses y facilidades para la adquisición, y la llegada de nuevas propuestas que se repartirán por segmentos desde los low cost, compactos, berlinas hasta los SUV familiares, sin lugar a dudas estaríamos ante un panorama muchísimo más atractivo que podría hacer dispararse la demanda latente incluso más allá de las estimaciones de los expertos ya para este mismo año.
Un escenario optimista que con una alineación de todos los elementos que ahora mismo son posibles, desde las ayudas, reducción de IVA y fórmulas de financiación a la compra blandas, permitirían pensar en un crecimiento más allá del 50 o 60% hasta llegar a las 80.000 o 90.000 unidades anuales y un 9% de cuota de ventas.
Unas cifras de las que dependerá el formato final del nuevo Plan MOVES, que está en proceso de tramitación y que se espera cuente con 400 millones de euros de presupuesto, y una duración de al menos dos años. Un plan que como suele ser habitual, está atrapado en el farragoso sistema burocrático de nuestro país y que nadie sabe cuándo y como se pondrá en marcha.
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