Francia prohibirá todos aquellos vuelos domésticos que puedan hacerse en 2,5 horas de tren

Francia ha anunciado que prohibirá todos los vuelos de pasajeros domésticos que puedan realizarse en menos de 2,5 horas de tren. Con esta radical medida, que ha despertado toda clase de reacciones (en líneas generales muy positivas o muy negativas, sin término medio), el Gobierno francés busca luchar de forma más contundente contra el cambio climático.

Esta prohibición está recogida en el artículo 36 de la ley de lucha contra el cambio climático que recientemente aprobó la Asamblea Nacional de Francia; con todo, habría que indicar que todavía debe ser ratificada por el Senado. Si todo sale según lo previsto por los legisladores, la nueva normativa entrará en vigor en marzo del año 2022.

Esto afectará de lleno a los vuelos regulares entre París y Lyon, Nantes y Burdeos, algo que ha sido duramente criticado por diversas autoridades políticas regionales (recodemos por ejemplo que la sede de Airbus se encuentra en Toulouse, una ciudad al sur de Francia que se verá afectada por la nueva batería de medidas del Ejecutivo).

Tampoco faltan las voces que critican este anuncio en un momento en el que el sector del transporte aéreo está siendo duramente golpeado por los estragos de la pandemia de COVID-19. Algunos estiman que los costes económicos derivados de esta medida serán notables, si bien otros señalan que permitirá reactivar el sector ferroviario.

El Gobierno francés busca reducir las emisiones de carbono del país en un 40% (respecto a los niveles de 1990) para el año 2030, algo a lo que también ayudarán sus ambiciosos planes de electrificación (actualmente Francia es uno de los países europeos que mayores ayudas ofrece a la hora de adquirir un vehículo eléctrico).

Teniendo en cuenta las numerosas críticas que ha recibido el transporte aéreo en los últimos tiempos debido a su enorme huella de carbono asociada, es altamente probable que a corto plazo otros países europeos sigan los pasos de Francia y limiten los vuelos domésticos; de hecho, no nos extrañaría lo más mínimo si uno de los primeros en seguir su ejemplo fuera España.

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