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Ahora no Permitir

En Europa se podría hacer lo mismo que EEUU: que los coches eléctricos de fuera no opten a subvenciones

La Unión Europea tiene los planes de electrificación más ambiciosos del mundo, si los comparamos con los de Estados Unidos o China, los otros dos grandes bloques económicos. En 2035 solo se podrán vender coches y furgonetas sin emisiones de carbono. Sin embargo, los fabricantes europeos están empezando a no jugar con las mismas reglas, debido a las políticas estadounidenses y chinas, que favorecen a los fabricantes domésticos.

Antes de que irrumpieran las políticas de comercio de Donald Trump, la Unión Europea aplicaba un 10% de aranceles a los coches americanos, y en sentido contrario solo un 2,5%. Aquí salen perdiendo los estadounidenses. Trump anunció un arancel muy superior, pero finalmente se quedó en una amenaza. Pasa lo contrario con pick-ups e industriales ligeros, EEUU les pone un arancel del 25% (también conocido como chicken tax). La UE exporta a EEUU muchos más coches que en sentido contrario.

Actualmente, Estados Unidos tiene en vigor la Ley de Reducción de Inflación o Inflation Reduction Act, que limita a los vehículos eléctricos de producción norteamericana su aptitud para los créditos fiscales de sus futuros dueños. En otras palabras, o se fabrican en Norteamérica, o sus dueños no pueden optar hasta a 7.500 dólares de subvención. Los fabricantes que exportan desde Europa se ven en consecuencia penalizados.

Respecto a China, los vehículos europeos entran importados con unos aranceles del 15-25%, y en sentido contrario, solo del 10%. Durante años la Unión Europea exportó muchos más vehículos ligeros -de cuatro ruedas- a China, pero en 2021 se inclinó la balanza al otro lado. Uno de los principales responsables de ello fue Tesla, que convirtió su gigafábrica de Shanghái en un hub exportador.

China ha llegado a donde ha llegado (primer mercado mundial, primer productor mundial y segundo exportador mundial) por los resultados de más de 30 años de políticas proteccionistas que empezaron a suavizarse en 2018. Tesla fue el primero que no tuvo que firmar un matrimonio forzoso con un fabricante chino -por ser fabricante 100% NEV-, y desde 2022 se suprimió el mínimo del 50% de propiedad de los socios chinos en las joint-ventures.

A todo esto, en la Unión Europea los costes de la energía están por las nubes, y no solo por el conflicto entre Rusia y Ucrania, y eso hace perder competitividad a los fabricantes europeos. Para agravar la situación, los chinos dominan las cadenas logísticas resistentes a rupturas de stock, dominan el suministro de celdas y baterías, y su tecnología en este sentido ahora va por delante. Los coches eléctricos son el caballo de Troya para que entren en Europa.

A diferencia de hace unos años, los fabricantes chinos han dejado de intentar traer chatarra a Europa, es decir, coches con muy baja calidad, copias de fabricantes extranjeros, mal motorizados, inseguros, etc. Lo cierto es que han aprendido la lección, además de que el propio consumidor chino ha aumentado mucho sus exigencias al sentar los fabricantes occidentales sus estándares. Ligad eso con los matrimonios forzosos, y 2+2=4.

¿Debe la Unión Europa cruzarse de brazos, y dejar que chinos y norteamericanos les vayan arrebatando cuota de mercado sin que haya una respuesta? Pues los mandamases de Francia y Alemania, Emmanuel Macron y Olaf Sholz, van dejando caer que no debería así. De momento ya hay programadas rondas de negociación entre funcionarios de EEUU y de la UE para ver cómo se puede encajar la producción europea dentro de la Ley de Reducción de Inflación, y si no, pues pensar en una respuesta.

La Unión Europea no ha sido favorable a poner barreras al comercio internacional, sino al revés, y no está por tomar medidas proteccionistas

Durante la Administración Trump, EEUU cambió las reglas del juego, y se las endureció hasta a sus vecinos de frontera. El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) se fue a hacer puñetas y con él las ambiciones de libre comercio a ambos lados del Atlántico. Con China declaró una guerra comercial, y con algunos productos de la UE pasó lo mismo, como acero, aluminio, o motocicletas de más de 500 cc. La globalización está en retroceso hacia el multilateralismo.

Coches chinos de marca NIO esperando para embarcar hacia Europa

La Unión Europea podría tomar medidas contra la competencia de EEUU y de China, y si quitamos los eufemismos, significaría encarecer los coches americanos y chinos de importación. Eso, si se mantienen los precios de los fabricantes europeos, supondría coches más caros. Es decir, que hay que elegir entre que los coches eléctricos sean asequibles, y proteger a la industria local.

En el pasado, el proteccionismo obligó a los fabricantes de Corea del Sur y Japón a establecer fábricas en suelo norteamericano y europeo para beneficiarse de aranceles al 0%, además de ahorrarse los costes del transporte. Dichas fábricas quitarían trabajo a fabricantes establecidos localmente, pero crearon puestos de trabajo y riqueza con el producto diseñado fuera (a veces, ni eso).

Por lo tanto, una vía de solución al problema es a hacer que los fabricantes de fuera tengan que producir en Europa también. Eso ya ha funcionado antes. El problema de esto es que las fábricas no se montan de un día para otro, llevan años, así que las contramedidas tendrían un tiempo de transición para no producir aumentos de precios prematuros. El único límite está en las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC/WTO), si bendicen los cambios de reglas, pues ahí se quedan, escritos.

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