Vittorio d’Arienzo, director de planificación de productos en Kia Europa, ha realizado unas interesantes declaraciones en las que habla de los trabajos que están realizando en la próxima generación de coches eléctricos por parte del grupo coreano.
El directivo ha confirmado que en la actualidad están trabajando con diferentes tecnologías para lograr unas baterías con mayor densidad energético, y más económicas. Desde el litio-azufre, electrolito sólido y el metal-litio, además de otras alternativas como el hidrógeno, los supercondensadores, o los sistemas de recuperación de energía de las frenadas.
De esa forma KIA podría adaptar la química de la batería a cada segmento, para de esa forma usar las más económicas y menos potentes en los vehículos de acceso, mientras que las más capaces se limitarían a los segmentos altos. Una forma de optimizar recursos y adaptar la oferta a la demanda.
El objetivo para KIA es lograr poner en el mercado en 2020 un coche eléctrico con una autonomía real que superará 500 kilómetros con cada carga, y que además será compatible con recargas de hasta 400 kW. Suficiente para sacar el máximo partido a las nuevas redes de recarga, como Ionity, que llegan a los 350 kW de potencia.
El principal problema admite el propio Sr d´Arienzo, es el bajo suministro de baterías. Este ha asegurado que la producción de los vehículos no es un problema, centrándose la limitación en las baterías. Algo que amenaza con limitar unas ventas que no paran de aumentar, pero que han encontrado un cuello de botella bastante importante en unos suministradores incapaces de cumplir con todos los pedidos que están entrando.
Como ejemplo los rumores que indican que la otra empresa del grupo, Hyundai, cuenta con más de 120.000 pedidos del Kona eléctrico, pero que este 2019 apenas podrá llegar a una producción de 40 o 50 mil unidades. Casi tres veces por debajo de la demanda.
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