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Las ciudades alemanas amenazan a los fabricantes nacionales. O sacan coches eléctricos o se pasan a los modelos chinos

Diferentes asociaciones de municipios alemanes, entre ellos el propio alcalde de la ciudad de Mainz, han lanzado un serio aviso a los fabricantes nacionales para que den un paso el frente en la producción de vehículos eléctricos. Unas declaraciones que llegan después de que varios concursos para la renovación de flotas de autobuses y taxis hayan quedado desiertas.

Como ejemplo ponen la reciente licitación conjunta de las ciudades de Mainz , Wiesbaden y Frankfurt para la compra de autobuses de hidrógeno. Un proyecto destinado a la sustitución de los modelos diésel, pero que finalmente no se ha podido realizar ya que ningún fabricante alemán aseguraba la entrega antes de finales del 2019.

Según el representante de la Asociación Alemana de Servicio Públicos Locales (VKU) si las marcas nacionales no quieren ocuparse de la producción de coches y autobuses eléctricos, entonces en breve podremos ver a vehículos chinos circulando por sus carreteras.

Y este no es un farol. La empresa china Geely, que recientemente ha comprado el 10% de Daimler, es propietaria de la empresa de taxis de Londes. Una compañía que después de poner en marcha la nueva generación del famoso Black Cab londinense, ahora trabaja en su expansión a otros mercados, como la propia Alemania.

Para los representantes políticos la prioridad es reducir las cifras de emisiones contaminantes en sus ciudades, y lanzan una advertencia a los fabricantes locales: «Si no hay alternativas convincentes de los fabricantes nacionales, la capital del estado de Renania-Palatinado no tendrá más remedio que equipar sus flotas con vehículos de bajas emisiones de los fabricantes extranjeros. Si al final sirve al final para cumplir con los límites, el origen de los vehículos no nos importa

Esto nos indica que las autoridades van un paso por delante de unos fabricantes germanos que a pesar de presentar grandes planes de futuro, son incapaces de ofrecer una alternativa real en estos momentos. Algo que está impacientando incluso a unas administraciones tradicionalmente proteccionistas con su potente industria, pero que se ven obligados por sus acuerdos electorales a dar pasos que los fabricantes locales son incapaces de seguir.

Y no hablamos de  un problema pasajero. El propio presidente de la VKU ha indicado que se han fijado el objetivo de reducir las emisiones contaminantes, y ese plan no tiene vuelta atrás. Los municipios se han propuesto la adquisición de 10.000 autobuses eléctricos para sus ciudades y que estos lleguen lo antes posible. Algo que para ser atendido por los fabricantes alemanes necesitará un impulso tecnológico ya a corto plazo, no a medio o largo.

La cuestión es que las ciudades pueden verse con una poderosa herramienta legislativa, como es la de expulsar a los vehículos diésel del centro de sus ciudades, y al mismo tiempo administraciones y empresas de reparto verse en la paradoja de no contar con alternativas sostenibles para sustituir a esos vehículos.

Vía | WELT (alemán)

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