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Operaciones de mantenimiento que no volverás a hacer teniendo un coche eléctrico

La transición hacia la nueva movilidad obliga a revisar rutinas o tareas aprendidas a lo largo de más de un siglo en la historia de la automoción tradicional basada en los vehículos con motores de combustión.

El listado de elementos o sistemas a revisar de manera periódica o la posibilidad de sufrir una avería debido al desgaste de las piezas, obligaba a llevar un exquisito seguimiento del mantenimiento del coche con motor de gasolina o de gasóleo.

Un conjunto de necesidades que, gracias a la tecnología de nuevo cuño de los vehículos eléctricos, se ha visto reducido y simplificado gracias a la naturaleza de los motores eléctricos.

El coche eléctrico revoluciona el mantenimiento

El uso del coche eléctrico invita a olvidarse de determinadas acciones habituales en los vehículos tradicionales como son la del cambio del filtro del aceite y del propio lubricante.

Del mismo modo, las bujías de los motores de gasolina como los calentadores o bujías de precalentamiento serán otro recuerdo del pasado ya que, los automóviles eléctricos, carecen de este sistema de ignición.

Respecto a la quema de carburantes fósiles, los vehículos eléctricos recurren a una energía limpia que no genera directamente gases nocivos al medio ambiente ni tampoco necesita del aire para producir la energía. De esta forma, el cambio el filtro del aire es exclusivo de los motores tradicionales.

Entre las operaciones más costosas, en todos los sentidos, y una de las peores averías que pueden sufrir los coches con propulsores alimentados por hidrocarburos de la que se libran los eléctricos, cuya gravedad puede llegar a no compensar el arreglo de los mismos, está la de la renovación de la correa o cadena de distribución que, en caso de haberse roto mientras el motor está en marcha, puede provocar el desahucio del vehículo.

Y si la sustitución de las cadenas o correas de distribución son operaciones costosas, otro de los puntos de ahorro en el mantenimiento de los coches eléctricos es la de la ausencia mayoritaria de cajas de cambios con varias velocidades y, por ende, del kit de embrague.

Es cierto que algunos fabricantes, tanto de cajas de cambios como de embragues como de automóviles, han presentado propuestas que incluyen cajas con marchas pero se trata de vehículos, normalmente, de altísimo rendimiento y cuya producción se limita a la de automóviles casi de exposición o destinados a la competición.

Por eso, se puede asegurar que, para la mayoría de los usuarios de los coches eléctricos, el temor a sufrir una rotura de la caja de cambios o del embrague es inexistente porque es un elemento que no está presente en los vehículos que recurren en exclusiva a la energía eléctrica como fuente de alimentación.

Con una exigente normativa actual en lo referente a la reducción de gases tóxicos y de efecto invernadero, uno de los puntos más conflictivos que no tendrá cabida en el de los coches eléctricos es uno de los apartados más importantes en las revisiones periódicas de la ITV: el sistema de expulsión de gases.

Desde los filtros de partículas o filtros antipartículas, hasta los catalizadores, pasando por los propios tubos que llevan los gases de escape desde el bloque motor, como son los colectores, tramos intermedios y el propio escape final, junto con el silencioso, que mitiga otro tipo de contaminación, la acústica, ninguno de estos elementos está presente en un automóvil eléctrico por ser integrantes exclusivos y necesarios en los coches de gasolina o gasóleo.

Un ahorro que se nota en el día a día

Y si hablamos de carburantes fósiles, no podemos olvidar la operación más habitual que, no por formar parte de un listado del mantenimiento mecánico, no deja de ser tan recurrente y necesaria que ya forman parte de la rutina del uso del automóvil como es la de repostar.

De una parte, lo más importante, es que, utilizar un coche eléctrico supone un ahorro directo en combustible. De hecho, según las simulaciones generales, el coste de la recarga de 20 kWh es de, aproximadamente, 2 euros.

Un volumen de carga que, tomando como ejemplo, el Volkswagen ID.3, el compacto eléctrico de referencia de la firma alemana cuya comercialización inminente se realizará con tres niveles de capacidad de carga de 45, 58 y 77 kWh, con una regla de 3 rápida, nos da la idea de lo poco que cuesta cargar la batería de un coche eléctrico.

De otra y, aunque pueda parecer un tanto frívolo, pasarse a la nueva movilidad eléctrica evitará equivocarse cuando se reposta el carburante adecuado. Según un estudio de 2017, confundir el surtidor de gasolina con el de gasóleo o al revés, es uno de los motivos más habituales por los que son requeridos los servicios de asistencia en carretera y, por ende, uno de los motivos más habituales por los que un automóvil con motor tradicional acude al taller.