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Un equipo de investigadores desarrollan una batería que regula su temperatura de forma automática durante la recarga

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan en la actualidad los coches eléctricos es la refrigeración de la batería. Un elemento indispensable que permite reducir el impacto de las bajas temperaturas en la autonomía de los vehículos y que tiene su efecto no sólo durante la circulación, sino también cuando estos recargan sus baterías.

Y es que cuando los termómetros bajan de los 10 grados, la eficiencia de la recarga también se reduce, aumentando los tiempos necesarios para lograr la misma carga que en temperaturas más calurosas.

Ahora un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania han publicado los primeros resultados de sus trabajos con un nuevo sistema de baterías que logran mantener de forma autónoma su temperatura en rangos idóneos durante la recarga, incluso cuando las cifras en el exterior bajan de forma importante.

La batería usa una fina lámina de níquel con un extremo unido al terminal negativo y el otro extendiéndose fuera de la batería para crear un tercer terminal. Un sensor de temperatura conectado a un interruptor hace que la corriente fluya a través del níquel cuando detecta temperaturas ambiente por debajo de alrededor de los 25°. La resistencia eléctrica calienta la lámina y el interior de la batería. Una vez que la temperatura sube por encima de la de ambiente, el interruptor desvía automáticamente la corriente para cargar la batería.

Según sus diseñadores, esto supone además que los puntos de recarga no necesitan ser modificados, ya que el controlador de la calefacción y la carga está dentro de la batería.

Añaden que gracias a esta tecnología, una batería podría soportar un elevado nivel de ciclos de carga rápida. Durante las pruebas han logrado llegar a los 4.500 ciclos de 15 minutos a 0 grados centígrados con una pérdida del 20% de capacidad. En las mismas pruebas una celda convencional habría perdido un 20% en solo 50 ciclos.

PAra terminar también indican que estas baterías sean más seguras. Según explican sus desarrolladores, por debajo de 10 grados, la carga de las baterías de litio sufren depósitos de espigas en la superficie del ánodo, lo que puede llegar a provocar cortocircuitos. Algo que gracias a esta nueva técnica permitiría incluso poder instalar baterías de menores dimensiones capaces de acceder a recargas rápidas sin riesgo.

Vía | Pnas

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