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Better Place. El valor intangible de su legado

¿Es el mundo mejor después de Better Place? Definitivamente sí. La startup cambió para siempre la mentalidad de una industria anclada en los mismos principios de hacía más de 1 siglo. Cientos de miles de empresas se conformarían sin duda con alcanzar un éxito tan grande como el fracaso que hoy se le atribuye a Better Place.

He de admitir que me han pillado por sorpresa las noticias llegadas desde Israel sobre la bancarrota de Better Place. Todos sabíamos de los momentos difíciles que atravesaba la compañía, pero en ningún caso esperaba el proceso de disolución que se ha comunicado esta semana. Al menos no en este momento.

Después de mi primer sentimiento de sorpresa y de tristeza por un proyecto que sin duda merecía mejor desenlace, inmediatamente entendí que era cuestión de minutos hasta que la noticia fuese rápidamente utilizada por cientos de oportunistas para proclamar su aguda clarividencia en cuanto a lo ‘absurdo’ del concepto y lo ‘previsible’ de este ‘estrepitoso’ final; y por supuesto, aprovechar para arremeter una vez más contra el coche eléctrico y lo que éste significa.

Por este motivo, lejos de entrar a analizar las causas de la caída de Better Place –algo que sin duda está siendo ya de sobra desgranado por numerosos analistas de la industria en estos días– he querido escribir este artículo. No para justificar a la compañía, ni siquiera para defender la causa del coche eléctrico, sino simplemente porque considero que es bueno para la sociedad en que vivimos que de vez en cuando se otorgue a cada uno el mérito que le corresponde; aunque sea tan sólo como una última, desconsolada y agridulce forma de justicia.

Mi relación con Better Place comienza en noviembre de 2008, exactamente el mismo día en que Barack Obama se dirigía por primera vez a la nación como Presidente de los Estados Unidos. Apenas una hora antes tuve el privilegio de asistir a otra ponencia increíblemente inspiradora, de esas que cobran especial fuerza y sentido pronunciadas en el seno de la Universidad de Berkeley: Shai Agassi y su visión para erradicar de la Sociedad su abusiva dependencia del petróleo. En aquellos momentos el proyecto apenas estaba empezando, pero algunos quisimos involucrarnos para convertirlo en realidad; el final de la historia ya lo conocemos todos.

Sin embargo, para determinar el verdadero impacto que ha tenido la compañía debemos acudir a los motivos originales que inspiraron su creación durante el World Economic Forum de 2005, y preguntarnos: “¿Es el mundo mejor después de Better Place?”. Yo estoy convencido de que sí:

1) Resulta indudable la increíble visibilidad que Better Place ha conseguido proyectar hacia el vehículo eléctrico ante los ojos de la comunidad internacional durante los últimos años.

Recuerdo perfectamente el ambiente en los Headquarters en Palo Alto en verano de 2009, y aún me sorprende todo lo que aquella visión y un pequeño equipo de menos de 100 personas consiguieron inspirar en los más altos ámbitos de la sociedad y de la política en tan poco tiempo (lo reflejaba entonces en un artículo publicado para el Colegio de Ingenieros de Madrid: ‘Coches eléctricos, molinos de viento y el tren de la oportunidad’,  Diciembre 2009).

Hacía tan sólo unos meses que Better Place había anunciado oficialmente su ambicioso plan, y cada día líderes políticos de California y del resto de Estados, funcionarios del Departamento de Energía, directores de empresas nacionales y extranjeras, y candidatos altísimamente cualificados, desfilaban casi frenéticamente por las oficinas buscando la forma de involucrarse de algún modo en aquella revolución.

Al mismo tiempo, periódicos de todo el mundo seguían con expectación los avances del proyecto, y se hacían eco en forma de cientos de menciones diarias impresas en tinta física y electrónica; menciones que recibíamos cada mañana en la bandeja de entrada de nuestros correos electrónicos desglosadas en diversos extractos de prensa. Nadie puede negar por tanto el éxito de Better Place en inspirar a toda una industria.

2) Better Place introdujo definitivamente la movilidad eléctrica en la agenda de las Administraciones Públicas.

Su concepto de implantación basado en el desarrollo de ‘islas de transporte’ y ‘electrificación estratégica’ – tal y como internamente lo bautizamos– utilizando sistemas de información geográfica (GIS Systems), llamó la atención de cientos de ayuntamientos y gobernantes, muchos de ellos de importantes ciudades europeas, que venían hasta Palo Alto para ofrecer a Better Place una nueva ciudad donde desplegar su ambicioso proyecto. En el Departamento de Global Infrastructure Deployment nos vimos de repente desbordados diseñando estrategias de implantación específicas para Holanda, Alemania, o España, hasta que se decidió oficialmente la no aceptación de nuevos proyectos más allá de los que ya estaban en curso: principalmente Israel, Dinamarca, Australia y Norte América.

Todos los que hayan llegado recientemente al sector quizá crean imposible esta enorme influencia, pero lo cierto es que antes de Better Place ninguna ciudad del mundo habíaapostado seriamente por ningún proyecto de movilidad eléctrica; después de su increíble impacto mediático, sin embargo, decenas de ciudades y países se lanzaron en una carrera casi frenética para anunciar antes que los vecinos planes estatales de implantación de infraestructura, como ocurrió en Portugal, España, o Francia.

3) La irrupción de Better Place en el desarrollo de infraestructura de recarga favoreció la entrada de las grandes compañías eléctricas y constructoras.

Hasta entonces bastante inactivas en lo que a la apuesta por el vehículo eléctrico se refiere, las grandes compañías eléctricas y constructoras no vieron con buenos ojos que un ‘completo outsider’ amenazara con atacar sus respectivos ‘core businesses’ de instalación y venta de electricidad. Esta amenaza, unida a la demanda de las Administraciones citada anteriormente, favoreció la implicación masiva de estas compañías en grandes proyectos nacionales.

4) Defintivamente la industria del automóvil sufrió una convulsión y se transformó para siempre aquel verano de 2009.

La eterna promesa del coche eléctrico parecía más cercana que nunca, los escépticos comenzaban a escuchar, y los gigantes del automóvil entendieron que ya no era posible seguir dándole la espalda a esta tecnología. Eran los tiempos en que Renault daba luz verde a un plan industrial sin precedentes para la fabricación en serie de 4 modelos 100% eléctricos, el primero de ellos, el Fluence ZE, ligado al proyecto de Better Place en Israel; en que Nissan anunciaba la llegada del Leaf al mercado para 2011; en que Tesla desvelaba su intención de fabricar en serie su Model S para acompañar las unidades limitadas de su Roadster que rodaban ya por la ‘280’ y ‘101’; en que casi cada semana un nuevo constructor ‘anunciaba’ la fecha del lanzamiento de su primer modelo eléctrico, como aquejados por un misterioso sentimiento de urgencia; y en que GM, el símbolo más representativo de la industria del automóvil, del petróleo y en definitiva del status quo, acababa de hundirse en Detroit en una de las bancarrotas más sonadas de los últimos tiempos, solamente comparable a la de Lehman Brothers.

Algunos podrán argumentar que la revolución no nació desde Better Place, que los grandes de la industria ya estaban trabajando en ello, que una empresa tan joven y pequeña no puede haber impulsado el vehículo eléctrico de una forma tan profunda. Sin embargo, lo cierto es que nunca antes un proyecto de coches eléctricos había alcanzado tanta repercusión y despertado tanta expectación en la industria.

Es por todo este increíble legado por lo que Better Place, a pesar de sus ‘pecados’, merece un reconocimiento relevante: porque durante aquel verano de 2009, sin haber puesto aún un solo coche eléctrico en el mercado, ya lo había cambiado todo; y porque demostró que la visión y determinación de una startup fundada en California fueron capaces de cambiar para siempre la mentalidad de una industria que llevaba más de  100 años anquilosada en los mismos principios de Detroit.

Los sueños inspiran la realidad, de eso no me cabe duda, y estoy definitivamente convencido de que Better Place ha inspirado en gran medida cómo será la nuestra.

Un artículo de Ángel López Samartino (@samartinoange) Fundador & CEO de Ozone Drive

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