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El mercado se prepara para la inundación de baterías reutilizadas procedentes de los coches eléctricos

Cuando la batería de un coche eléctrico no ofrece suficiente carga para antender las necesidades de transporte, todavía mantienen una parte de su capacidad que puede ser reutilizada en otros sectores, como el almacenamiento estacionario. Una utilidad que los informes avisan que sufrirá una explosión comercial en los próximos cinco o seis años gracias a la llegada de las baterías de las primeras generaciones.

De esa forma las baterías pueden pasar sus últimos 10 años antes de ser recicladas dando servicio como respaldo en instalaciones de energías renovables, o simplemente como generador de emergencia en tiendas o empresas.

Un mercado que está a la vuelta de la esquina de una revolución. Según Bloomberg, en la actualidad están comenzando a llegar al mercado las baterías de los primeros coches híbridos y eléctricos que se han puesto a la venta. Una cifra todavía modesta que se estima está en torno a las 50.000 baterías cada año.  Un número que irá creciendo de forma exponencial hasta llegar a los 3.4 millones de baterías que se tendrán que reutilizar para el año 2025, lo que supondrá la entrada en el mercado de unos 200 GWh para esa fecha. Cinco veces la Gigafábrica de Tesla.

El principal problema sería que los estados no estuviesen preparados para atender esta demanda. Se estima que la mitad de estas baterías tendrán su origen en China. Allí el gobierno ha obligado a las marcas a hacerse cargo de las baterías una vez estas terminen su vida útil en las aplicaciones de transporte. Europa tiene en proceso una legislación similar, aunque centrada más en el reciclado que en la reutilización. Por su parte otro de los grandes mercados, Estados Unidos, todavía debe terminar su propio proyecto.

Para las marcas de coches, podría abrirse un nuevo nicho de mercado que compense en parte la pérdida de ingresos que provocará el coche eléctrico. El comercializar baterías reutilizadas puede convertirse en una forma de negocio para los fabricantes. Algo que los expertos indican podría además ayudar a rebajar el coste de los coches, que ya no tendrían que compensar con un margen de venta más elevado las pérdidas de las marcas por el adiós a los cambios de aceite, filtros…etc.

Según las estadísticas de Bloomberg, para 2030 la demanda de baterías para coches eléctricos se multiplicará por 25 en todo el mundo, lo que convertirá este mercado en el mayor para este tipo de tecnología, superando a la electrónica de consumo. Para 2040 más de la mitad de las ventas de nuevos coches, y una tercera parte de la flota mundial, estará formada por coches eléctricos. Algo que supondrá que en las carreteras circulen para esa fecha unos 559 millones de eléctricos.

Los coches eléctricos son sólo el principio de un cambio de paradigma hacia una sociedad completamente sostenible

Las estimaciones también indican que para 2050, las empresas habrán invertido unos 550 mil millones de dólares en aplicaciones de almacenamiento estacionario, tanto residencial, como a nivel industrial.  Un pastel muy grande que seguro atraerá la atención de una amplia variedad de operadores que buscarán su parte de ingresos en una economía circular que permitirá sacar mayor partido a la producción de unas baterías que tendrán varias vidas antes de tener que ser recicladas.

Algo en lo que tendrá una fuerte influencia el precio de los materiales. Y es que si resulta más económico reutilizar o reciclar, que volver a extraer los minerales que forman la batería, entonces la industria logrará un impulso definitivo, con la correspondiente reducción de la necesidad de extracción de materiales.

Algo que reducirá el impacto ambiental de la actividad, y que de paso ayudará a disparar el uso y la rentabilidad de las fuentes de energía renovables. Unas fuentes que se caracterizan por su intermitencia, y donde las baterías podrán jugar un papel clave para almacenar sobrantes en las horas de menor demanda. Un sector que podrá acceder a enormes instalaciones, y además a unos precios cada vez más reducidos. Algo que se traduce también en una menor dependencia de fuentes de respaldo, como el carbón, el gas o las nucleares.

Vía | Bloomberg

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