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El MIT consigue aumentar enormemente la vida útil de las prometedoras baterías de metal-aire

Las baterías son el componente clave para el desarrollo del coche eléctrico: a día de hoy, son el principal motivo detrás del elevado precio de los coches eléctricos, y de su evolución depende directamente que la autonomía aumente lo suficiente como para que se conviertan en una alternativa a los coches de combustión en todos los ámbitos y usos.

La industria de las baterías está por ello más activa que nunca, buscando nuevas químicas que permitan crear packs más ligeros, con mayor densidad energética y más asequibles. Todas las semanas se publican nuevos avances de diversas tecnologías aplicadas a las baterías; sin embargo, la mayoría de ellas probablemente nunca llegarán al mercado debido a las dificultades de su industrialización.

Unas de las baterías más prometedoras del panorama son las de metal-aire, una de las soluciones más ligeras y compactas que existen a día de hoy en la industria. Este tipo de baterías permiten densidades energéticas muy superiores a las de las actuales baterías de iones de litio, lo que en otras palabras se traduciría en paks más pequeños, ligeros y capaces que los actuales.

Sin embargo, estas baterías cuentan con un gran punto negativo: cuando no están siendo utilizadas, sufren una rápida degradación debido a la corrosión que afecta a sus electrodos metálicos. Ahora, investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) han desarrollado una solución que consigue reducir de forma notable la corrosión de los electrodos, lo que permite a este tipo de baterías tener una vida útil mucho más larga incluso cuando están sin utilizarse.

El nuevo diseño, realizado por el equipo de Brandon J. Hopkins, Yang Shao-Horn y Douglas P. Hart, es capaz de sortear el problema de la corrosión de los electrodos de las baterías metal-aire gracias al uso de una barrera aceitosa entre el electrodo de aluminio y el electrolito (es precisamente el electrolito acuoso el que en este tipo de baterías producía la corrosión de los dos electrodos de aluminio cuando el pack almacenaba energía pero no la suministraba).

Cuando la batería comienza a utilizarse, el aceite es extraído rápidamente, siendo reemplazado por el electrolito. Así, las pérdidas energéticas pasan de ser del 80% en un mes a apenas un 0,02%, una mejora de más de 1000 veces respecto a la solución anterior. El mayor problema de las baterías utilizadas por los investigadores es que son de tipo no recargable; sin embargo, existen baterías de aluminio-aire de tipo recargable que podrían verse beneficiadas por estos avances de cara a su utilización en un coche eléctrico.

Fuente | Noticias de la Ciencia

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