
La Generación Z da la espalda a los coches eléctricos y estas son las razones
La Generación Z pierde interés en los coches eléctricos en unas encuestas preocupantes en pleno despegue de la tecnología y con la industria europea en serias dudas por el impulso que está logrando China. Si los fabricantes europeos pierden su base de clientes, pueden verse en mayores problemas a corto y medio plazo al no poder conectar con las nuevas generaciones. Pero, ¿de quién es la culpa?

Durante años, la Generación Z fue vista como la gran esperanza del coche eléctrico. Jóvenes concienciados, digitales y con un interés aparentemente natural por la tecnología. Sin embargo, los últimos estudios muestran que esta tendencia está cambiando. Según una encuesta de la consultora Simon-Kucher, solo el 52% de los menores de 30 años se plantea comprar un coche eléctrico. Una cifra que supone nueve puntos menos que hace un año y que refleja un cambio de percepción preocupante para la industria.
El principal motivo no es tecnológico ni medioambiental, sino económico. Los compradores jóvenes son muy sensibles al precio y, mientras los fabricantes chinos lanzan modelos de acceso completos y competitivos, en Europa la oferta sigue siendo escasa. Los coches eléctricos asequibles son todavía la excepción, lo que deja a buena parte de los jóvenes fuera del mercado.
Aquello de "fabricar menos y vender más caro" que abanderaron los grupos europeos en pleno shock de la pandemia, y que ha tenía un efecto nefasto por los precios artificialmente elevados de los coches. Tanto eléctricos como de combustión.
Fiabilidad frente a lujo

El discurso oficial ha centrado la oferta en modelos de corte premium, con altas prestaciones y una fuerte carga tecnológica. Pero los jóvenes no buscan un producto de prestigio, sino un coche fiable y asequible para el día a día. La percepción de que los motores de combustión mantienen un valor residual más estable también juega a favor de los térmicos frente al eléctrico. Como señala Alexander Dietz, de Simon-Kucher, “los compradores jóvenes no son aún un grupo con alto poder adquisitivo y buscan una opción segura”.
El barómetro automotriz de Consors Finanz confirma esta tendencia. El 59% de los encuestados de la Generación Z considera el precio el principal obstáculo para la compra, muy por encima de factores como el escepticismo tecnológico o el impacto medioambiental.
Aunque el 60% afirma ver el futuro en la movilidad eléctrica, solo un 27% planea realmente comprar un coche de este tipo. Una brecha evidente entre la convicción teórica y la acción real de compra.

En paralelo, se observa un fenómeno llamativo: pese a ser nativos digitales, los jóvenes siguen dando importancia a la experiencia de compra física. El 76% prefiere acudir a un concesionario para recibir asesoramiento tradicional y realizar una prueba de conducción, frente al 45% que confía en sistemas de recomendación basados en inteligencia artificial. La decisión final no depende del algoritmo, sino de comprobar el producto.
Un apartado también bastante maltratado por los grupos europeos, que han dejado este último eslabón en manos de los concesionarios, donde habitualmente encontramos comerciales poco preparados y nada motivados para la era eléctrica.

Para los jóvenes, se abre una abanico de posibilidades donde no se descarta ninguna tecnología de forma radical. La gasolina, los híbridos enchufables o los eléctricos son opciones a tener en cuenta, siempre que ofrezcan transparencia, rentabilidad y confianza. Los fabricantes que no logren cumplir con estos criterios quedarán en segundo plano para un público que, a pesar de su juventud, se muestra cada vez más pragmático precisamente por la mala política de precios en nuestro mercado.
Y es que en Europa hemos sufrido el efecto de coches eléctricos diseñados por los mismos que diseñaban coches de combustión. Simplemente trasladar el modelo sustituyendo el sistema de propulsión, sin invertir en software y con unos modelos con detalles obsoletos que están presentes de forma totalmente gratuita.
Mientras, en China se han lanzado a diseñar coches que suponen una extensión del gusto por las nuevas tecnologías, y es por ello que las diferencias entre los modelos europeos y chinos son enormes, lo que denota el efecto "coche diseñado por viejos" que sufrimos en nuestro mercado.
¿Una llave física o un botón de arranque en pleno 2025? Absurdo.