Los coches eléctricos comenzaron a lanzarse al mercado con diseños futuristas y con cierta extravagancia, pero conforme va avanzando el tiempo y su implantación se va normalizando, vemos como los diseños están pasando a verse como más normales, aunque siguen contando con características únicas si los comparamos con modelos más tradicionales.
Los coches eléctricos están cargados de tecnología en su interior para permitir que funcione todo el sistema eléctrico, además de los asistentes y ayudas a la conducción que cada vez más marcas introducen en sus modelos. Pero el exterior también difiere con respecto a los coches de combustión interna, al carecer de muchos componentes que sí son necesarios en otros tipos de vehículos, se pueden modificar ciertas áreas de los coches eléctricos al ya no tener una función real. Esto está haciendo que los diseñados de automoción estén imaginando nuevos conceptos de vehículos que antes no era posible llevar al mercado.
La mayoría de los coches eléctricos, los que han sido diseñados para serlo desde el principio, carecen de una parrilla clásica con tomas de aire en su frontal. Esto es debido a que ya no existe un motor térmico que refrigerar, tomando aire del exterior, para enfriar su circuito de refrigeración. Aunque sí hay algunos coches eléctricos que disponen de ciertas tomas de aire, ya que las baterías siguen necesitando cierta refrigeración, ya sea pasiva o activa mediante ventiladores o un circuito cerrado de líquido refrigerante.
Este diseño, prácticamente libre, del frontal del vehículo, permite la instalación de múltiples sensores como cámaras, sensores de aparcamiento o radares para los sistemas de conducción autónoma o asistida. El frontal libre de rejillas, además, permite crear un diseño más limpio y llamativo que el de vehículos más tradicionales.
Sin salirnos del frontal, al no haber un motor bajo el capó, ahora existe la posibilidad de aprovechar ese espacio para almacenar objetos como si de un maletero se tratase. Esto ocurre en todos los modelos de Tesla, habiendo bautizado la marca a este espacio como frunk. Esto no es algo común a todos los modelos eléctricos, y es que muchos de ellos aún montan el motor eléctrico y sus sistemas bajo el capó, dejando un mínimo espacio para almacenar el cable de carga, como en el caso del Audi e-tron, o directamente ningún hueco.
En el interior también encontramos diferencias, y es que al no necesitar un túnel de transmisión central, las plazas delanteras, y especialmente las traseras, pueden ser mucho más cómodas y espaciosas que en vehículos de combustión interna. Además, en la mayoría de coches eléctricos las baterías se encuentran situadas bajo el piso del habitáculo, por lo que el espacio no se ve reducido, aunque sí se nota, normalmente, un aumento en la altura del vehículo.
Existen conceptos y prototipos de algunas marcas que visualizan el futuro del coche eléctrico con un interior muy espacioso, con asientos giratorios e, incluso, la desaparición del volante y parte del salpicadero. Esta es la visión que tienen las marcas sobre el futuro de la conducción autónoma, y es posible que el coche eléctrico aún cambie más en el futuro en este sentido.
Como no podía ser de otra forma, otro aspecto en el que se ven afectados los coches eléctricos es en el de la ausencia de salidas de escape en la parte trasera del vehículo. Ya que no cuentan con un motor térmico que necesite extraer los gases resultantes de la combustión del combustible a la atmósfera, el diseño ya no requiere que integre o esconda, las salidas del tubo de escape.
Estos son algunos ejemplos de los cambios que han supuesto los coches eléctricos en el diseño de los vehículos con respecto a las motorizaciones más tradicionales. Existen numerosos concepts que van a llevar aún más lejos estos cambios en diseño, existiendo prototipos con solo tres ruedas o células solares que cubren prácticamente la totalidad del coche eléctrico. Sin duda, en el futuro seguiremos viendo cambios en el aspecto de los coches.
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