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Toyota se lanza a la producción de baterías de níquel-hidrógeno para sus híbridos

Toyota ha lanzado en Japón un modelo que para nosotros es totalmente irrelevante. No por su propuesta mecánica o de diseño, sino por que no llegará a Europa. Es el Aqua, que tiene presencia en Estados Unidos con el nombre de Prius C y es similar a nuestro Yaris. Pero esta nueva propuesta es noticia por ser el primer modelo en usar una batería de níquel-hidrógeno bipolar.

Como recordamos, una batería de níquel-hidrógeno (NiH 2 o Ni-H 2 ) es un sistema electroquímico recargable basada en níquel e hidrógeno. Se diferencia de una batería de níquel-metalhidruro (NiMH) por el uso de hidrógeno en forma gaseosa, almacenado en una celda presurizada a una presión de hasta 82 bares.

Entre los principales beneficios de esta tecnología está que mejora la potencia de salida de las NiMH. Algo que se traduce en mejores prestaciones en modo eléctrico. Pero no menos importantes son aspectos como su mayor densidad energética, lo que permite reducir su peso o aumentar la capacidad de los packs usando el mismo espacio, lo que se traduce en más autonomía en modo eléctrico.

bateria bipolar toyota hidrogeno

 

Pero sin duda su principal ventaja será su mayor durabilidad. Una tecnología con unas cuantas décadas a su espalda en aplicaciones como los satélites. Una tecnología que ha alimentado el sistema del telescopio Hubble durante 19 años antes de necesitar ser cambiadas. Y eso en las extremas condiciones del espacio.

Por supuesto un coche no es un satélite. Pero con este tipo de baterías Toyota quiere aprovechar su experiencia en la mejora de tecnologías como los modelos híbridos, y sobre todo los híbridos enchufables. Un tipo de vehículos que potencialmente pueden ser los más beneficiados por este tipo de baterías que podrán funcionar sin problemas durante toda la vida útil del vehículo.

Las aplicaciones de este sistema abarca otros muchos sectores. Desde el almacenamiento estacionario, que permita acumular la energía sobrante de las energías renovables e inyectarlo de forma rápida y eficiente en la red eléctrica. También alimentar los sistemas de grandes vehículos híbridos, como trenes o camiones, que reducirán sus emisiones a la espera de una alternativa 100% eléctrica.

La conclusión como siempre en estos casos es algo agridulce. Por un lado celebrar el desarrollo de una tecnología que ya pueden montar hasta pequeños utilitarios de precio razonable, lo que debería permitir el desarrollar una economía de escala y rebajar los costes.

Por el otro puede ser un último intento por parte de Toyota de estirar el chicle de los híbridos, que como vemos tienen los años contados en mercados como Europa donde tendrán que cesar sus ventas en 2035.

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