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Ford y Rivian cancelan su desarrollo conjunto y marcan distancias

Rivian Automotive tuvo un despegue espectacular en bolsa hace unos días, tanto, que ya es un 50% más «valiosa» que Ford Motor Company, fabricante centenario global y uno de sus queridos accionistas. En su día Ford metío 500 millones de dólares en la prometedora Rivian, participación que aumentó a 1.200 millones, y que ahora vale 10 veces más.

En su momento Ford y Rivian acordaron hacer desarrollos conjuntos para beneficiarse mutuamente, pero no va a ser así finalmente. Primero se canceló la colaboración para desarrollar un modelo para la marca Premium de Ford en Norteamérica, Lincoln, y ahora sabemos que no habrá colaboraciones en materia de vehículos, a secas. Lo confirmó Jim Farley, CEO de Ford, en una entrevista concedida a Automotive News.

Por lo visto, Ford ha espabilado en el salto a la electromovilidad. Ha multiplicado sus ambiciones de producción por dos, levantará fábricas nuevas, se está asegurando el suministro de baterías (a medio plazo, con sus propias fábricas), componentes y materias primas (la crisis de los microchips ha sido una buena lección para todos), enfocarse en las soluciones software para generar valor añadido… y prefiere desarrollar sus propios vehículos. Tiene una colaboración con Volkswagen al respecto, eso sí.

A medio plazo, Ford quiere ser el segundo mayor fabricante de vehículos eléctricos de Estados Unidos, por detrás de Tesla, pero a largo plazo Ford quiere ser Ford, no jugar un papel secundario, así que superar a Tesla está entre sus metas. Eso incluye no tener que cambiar o adaptar sus tecnologías para casar con las de otro fabricante, véase Rivian Automotive. Ford ya no necesita a Rivian, en otras palabras.

«Si usted compara desde hoy a cuando hicimos esa inversión [en Rivian], muchas cosas han cambiado: acerca de nuestras posibilidades, acerca de las direcciones que seguirán ambos fabricantes, y ahora estamos más seguro de lo que tenemos que hacer. Queremos invertir en Rivian -nos encanta su futuro como compañía- pero en este punto vamos a desarrollar nuestros propios vehículos».

Jim Farley, CEO de Ford Motor Company

Una seguna lectura que podemos hacer de este desmarque es que Ford prefiere no alimentar a una bestia. Ahora mismo Rivian es la compañía más valiosa a nivel bursátil en Estados Unidos… que no tiene beneficios. Tres compañías dedicadas exclusivamente a vehículos eléctricos valen más que Ford: Tesla, Rivian y Lucid. De ellas, Ford es accionista solo de Rivian.

La colaboración y la relación entre ambos fabricantes es buena, admite Farley, simplemente prefieren seguir su propio camino en vez de ir de la mano de Rivian. Para el fabricante del óvalo hay dos grandes promesas, F-150 Lightning y E-Transit, modelos que consideran «éxitos» solo por las reservas que tienen, porque no han vendido ni uno. El Mustang Mach-E es otra historia, se vende más que el Mustang «a secas» y eso ya son palabras mayores.

Recreación de la Blue Oval City de Ford

Si Ford consigue que esos tres modelos funcionen bien y den beneficios, el fabricante se encontrará en una situación diferente, dijo Farley: «Necesitamos ser el número 2 en ventas en vehículos eléctricos en EEUU, y necesitamos ganar dinero con ellos. Si hacemos ambas cosas, Ford estará en una situación diferente, y creo que la historia será diferente».

Además, para el ejecutivo estadounidense el software es la mayor oportunidad para Ford como fabricante desde que se puso en marcha la producción en cadena del Model T, hace más de un siglo. A fin de cuentas el software hay que desarrollarlo y mantenerlo, pero el coste marginal de producción que implica vender a más clientes es ridículo, por lo que los potenciales beneficios son brutales.

La crisis de los microchips durará hasta 2023, cree Farley, pero que ya ha pasado lo peor. Dicha crisis impide a Ford vender tantos coches como quisiera, porque las fábricas no pueden continuar sin piezas. Si sumamos todos los factores, de aquí a 2025 Ford puede sorprendernos bastante. Si algo ha hecho Ford durante más de una centuria es adaptarse a cambios nada despreciables y de enorme calado.

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