Los microorganismos son las formas más primitivas de la vida y son responsables de que el planeta Tierra haya acabado siendo habitable. Han sido procesos que han durado millones de años, ya que la naturaleza se toma sus tiempos. Pero investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, en Estados Unidos, han visto la forma de agilizar el proceso.
Los investigadores se fijaron en unas bacterias que producen combustibles con ciclopropanos, anillos de tres átomos de carbono formando estructuras triangulares y con sus enlaces a 60 grados, por lo que son densamente energéticos. Su fórmula química es C3H6, es una forma de hidrocarburo. Tiene una pega notable, y es que es muy reactivo y con oxígeno hay riesgo de explosión. Eso tiene su parte práctica, claro.
La familia de bacterias Streptomyces fue modificada para funcionar mejor en condiciones de laboratorio a través de cambios genéticos. El resultado es lo que los investigadores han llamado POP-FAME, es decir, ésteres metílicos de ácidos grasos policiclopropanados. Estas moléculas tendrían una enorme densidad energética para múltiples aplicaciones.
Simulaciones llevadas a cabo en laboratorio anticipan densidades de hasta 50 megajulios por litro, muy por encima de la gasolina (32 MJ/l) o el queroseno para aviación y cohetes (más de 35 MJ/l). Los beneficios asociados a este nuevo biocombustible básicamente son dos. Por un lado, su producción depende de procesos en los que ya se absorbe el carbono, por lo que sería teóricamente neutral en emisiones de efecto invernadero.
Por otro lado, la mayor densidad energética tiene como consecuencia un menor consumo de litros para realizar el mismo trabajo, o lo que es lo mismo, con el mismo depósito un vehículo puede llegar más lejos. Ya se había logrado previamente la producción de ciclopropanos a partir del petróleo, pero contaminando mucho y dejando residuos tóxicos. Esto es otra cosa.
Los investigadores tienen por delante buscar bacterias aún más eficientes, para la producción de mayores cantidades y poder así realizar pruebas con motores. También tienen que hilar fino con la composición del biocombustible, ya que cadenas de ciclopropanos más cortas son deseables para aviones, las cadenas largas para cohetes, y en el término medio sustitutos del gasóleo. Los resultados de la investigación se han publicado en la revista Joule.
Vía | ScienceDirect