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El coche eléctrico empieza a tener efecto en el consumo de petróleo en mercados como Alemania

A pesar de que la velocidad no es la idónea, Europa está poco a poco avanzando en la electrificación de su movilidad. Esto tiene un efecto en el consumo, ya que la gran parte de estos clientes dejan un vehículo con motor de combustión para adquirir un eléctrico, con la consecuente reducción del consumo de diésel y gasolinas.

Así lo expone un informe de la energética alemana E.On, que utilizando datos de la Autoridad Federal del Transporte por Carretera (KBA) ha determinado que la actual flota de coches eléctricos que tiene Alemania, 1.4 millones de unidades, permiten reducir el consumo de combustibles en 1.100 millones de litros cada año.

Esto tiene varias consecuencias, empezando por la reducción de las emisiones contaminantes. Al utilizar energía eléctrica en lugar de gasolina o diésel se evita la emisión cada año de 3,4 millones de toneladas de CO2.

Según E.On, el mix eléctrico alemán produce alrededor de 2,5 millones de toneladas de CO2 al año. Debido a la transición energética y la constante expansión de los sistemas de energía renovable, la proporción de electricidad verde en el mix eléctrico está aumentando.

Para el cálculo, E.On ha utilizado los datos de registro de coches eléctricos en Alemania, para el kilometraje anual han utilizado los datos de la Autoridad Federal de Transportes por Carretera, mientras que el consumo medio procede del club del automóvil de Alemania (ADAC).

La dependencia energética de Europa

Esto supone un granito de arena en un océano en el que Europa se ha metido en las últimas décadas, donde a pesar de la apuesta por las energías renovables, la dependencia energética externa se ha disparado de forma imparable.

Según los datos del Banco de España, en las últimas dos décadas, las importaciones de energía de la Unión Europea provenientes de terceros países han aumentado notablemente. Así, mientras que en 1995 la UE importó de fuera del área productos energéticos valorados en un 1% del PIB (82.000 millones de dólares), en 20192 estas compras externas de energía ascendieron al 2,5% del PIB (395.000 millones de dólares).

Un incremento similar se produjo en las importaciones energéticas de España, que pasaron de representar el 1,3% del PIB en 1995 al 3% en 2019. Este aumento en las importaciones de energía ha redundado en un incremento de la dependencia energética externa europea y española, de forma que, en 2019, la cuota de energía importada de fuera de la UE sobre el total de energía consumida alcanzaba el 60% para el conjunto de la UE y el 70% para España, 8 puntos porcentuales (pp) y 2 pp por encima de las registradas en 1995, respectivamente.

La cuota es muy elevada en el caso del petróleo y derivados y del gas natural (supera el 90%), tanto para España como para el conjunto de la UE.

Algo que tiene efecto en prácticamente todo lo que nos rodea, ya que desde la agricultura, hasta el transporte de alimentos y personas, depende en gran medida de unos combustibles que proceden principalmente de zonas muy inestables política, social o económicamente, lo que supone una Espada de Damocles a una Europa con un enorme potencial para producir su propia energía con renovables.

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