
Las baterías de los coches eléctricos pueden durar mucho más de lo esperado
Una investigación de la Universidad de Stanford demuestra que las baterías de los coches eléctricos duran mucho más de lo que se pensaba, hasta un 40 % más. El estudio replica condiciones reales de conducción, como aceleraciones y paradas en tráfico, mostrando que estas prolongan la vida útil. Los datos desafían preocupaciones comunes y podrían tranquilizar a los compradores más escépticos.

Una nueva investigación de la Universidad de Stanford muestra que el miedo de algunos clientes sobre la degradación y la vida útil de las baterías en coches eléctricos, no tiene fundamento según los datos de uso y las pruebas en laboratorio.
Resulta que, en condiciones reales de conducción, las baterías de los coches eléctricos pueden durar casi un 40% más de lo que se pensaba, lo que equivale a unos 300.000 kilómetros adicionales.
El estudio, publicado en la revista Nature Energy, obtuvo estos resultados cargando y descargando baterías de forma que se asemejara al uso cotidiano: aceleraciones, frenadas, atascos y largos periodos estacionados.
Esto contrasta con las pruebas de laboratorio tradicionales, que suelen realizarse a un ritmo constante, descargando por completo las celdas y recargándolas después de forma repetitiva.
De hecho, cuanto más realistas eran las condiciones de prueba, más se prolongaba la vida útil de las baterías, según el estudio.
Los investigadores del SLAC-Stanford Battery Center probaron 92 celdas durante 24 meses, aplicando cuatro perfiles distintos de descarga, desde patrones constantes hasta descargas dinámicas basadas en datos reales de conducción. Todas las baterías se sometieron a ciclos en una cámara a temperatura controlada de 35 °C.

El estudio arrojó otros resultados sorprendentes, como que las aceleraciones breves y bruscas estaban asociadas a una degradación más lenta, lo contrario de lo que se creía.
Además, en vehículos particulares, la degradación por el paso del tiempo fue más relevante que la causada por el uso (cargas y descargas), lo cual contrasta con lo observado en vehículos comerciales —como autobuses o furgonetas de reparto—, donde el uso continuo es el principal factor de desgaste.
En marzo de este año, la aseguradora británica AXA publicó un estudio que indicaba que más de un tercio (37 %) de las personas sin intención de comprar un coche eléctrico citaban la vida útil de la batería como uno de sus principales motivos.
Ese dato es algo más alentador que el de un informe de 2023 del Green Finance Institute, donde el 62% de los encuestados que rechazaban la compra de un eléctrico de segunda mano mencionaban la batería como su mayor preocupación.

Los resultados de este último estudio sugieren que actualmente se subestima enormemente la vida útil de las baterías, lo que debería tranquilizar a los consumidores indecisos.
Por su parte, la empresa de gestión de flotas Geotab sostiene que las baterías actuales podrían durar más de 20 años. Su informe señala que los modelos más recientes pierden solo un 1,8 % de capacidad al año, frente al 2,3 % registrado en 2019.
Además, otro estudio publicado en Nature Energy en enero de este año demostró que, en el Reino Unido, los vehículos eléctricos están alcanzando una vida útil comparable a la de los coches con motor de combustión interna, incluso en condiciones exigentes.
Buena parte del miedo a la degradación parece deberse a ideas erróneas, como la creencia de que las baterías de los coches eléctricos se comportan igual que las de un móvil.
En el caso de los eléctricos de segunda mano, la salud de la batería depende en gran medida del uso que le dio el anterior propietario, por lo que lo más recomendable es pedir un diagnóstico de la salud de la batería, o hacer una prueba de autonomía real con el vehículo.