Decían que no se podía: China rompe los esquemas con 100.000 cargadores de 1.000 kW

China desplegará más de 100.000 cargadores públicos de al menos 1.000 kW antes de 2027. La red incluirá almacenamiento, energías renovables y precios dinámicos para asegurar su estabilidad. Este plan desmonta el mito de que la carga rápida es un problema para la red eléctrica.

Decían que no se podía: China rompe los esquemas con 100.000 cargadores de 1.000 kW

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Publicado: 14/07/2025 08:38

La potencia y velocidad de carga es, para muchos, la última gran barrera para la adopción masiva del coche eléctrico. Y China, como ya ocurrió con la producción de baterías o la producción de coches, vuelve a tomar la delantera con una apuesta decidida: desplegar más de 100.000 cargadores ultrarrápidos de al menos 1.000 kW en apenas tres años. Un salto tecnológico que marcará un antes y un después en la infraestructura de carga mundial.

En total, el país asiático cuenta actualmente con 14,4 millones de puntos de recarga para una flota de 31,4 millones de coches eléctricos. Sin embargo, solo 3,5 millones de estos cargadores son públicos, lo que supone una clara limitación para el crecimiento equilibrado del ecosistema eléctrico. Ante esta situación, el gobierno ha aprobado un ambicioso plan que busca cambiar por completo el panorama actual, garantizando acceso universal a la carga ultrarrápida y mejorando de paso la eficiencia de su red eléctrica.

Más velocidad, más inteligencia y más sostenibilidad

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El nuevo plan del gobierno no se limita a instalar más cargadores: se trata de una red de nueva generación que incorporará almacenamiento de energía, integración con fuentes renovables y precios dinámicos. Todo ello con el objetivo de reducir los picos de demanda y asegurar la estabilidad de la red. Los cargadores estarán ubicados principalmente en las autopistas, con prioridad para las zonas más transitadas, especialmente durante los periodos vacacionales.

Otro punto clave es que todos estos nuevos cargadores serán de acceso público, una diferencia sustancial frente a las redes privadas impulsadas por fabricantes, que suelen estar limitadas a determinados usuarios. Además, el gobierno facilitará la financiación a los operadores interesados, lo que permitirá acelerar su implantación sin depender únicamente de la inversión privada.

Cabe destacar que en apenas seis meses, cuatro empresas chinas ya han presentado cargadores con potencias superiores a los 1.000 kW, llegando en algunos casos a los 1.600 kW. Estas cifras permiten, en teoría, recuperar 100 kilómetros de autonomía en apenas un minuto, lo que elimina por completo uno de los grandes miedos que aún persisten entre los usuarios del coche eléctrico.

¿Y la red eléctrica? El mito de la saturación

Didi sube el listón, sus cargadores de 1,6 MW recuperan 100 kilómetros de autonomía por minuto
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La llegada de cargadores de 1.000 kW o más ha provocado cierta inquietud entre los escépticos, o directamente acusaciones de que es imposible, incluso indicando el temor de que estas potencias puedan saturar las redes eléctricas actuales. No es raro encontrar dudas incluso con los actuales cargadores de 150 o 350 kW. Sin embargo, esta iniciativa demuestra que el problema no está en la potencia en sí, sino en cómo se gestiona.

China ha planteado una solución basada en la planificación, el uso inteligente de la energía. El almacenamiento local en baterías, junto con el control de tarifas según demanda, permite suavizar el impacto de la carga sobre la red sin necesidad de sobredimensionar infraestructuras. Y lo más importante: estos cargadores servirán también como herramienta de regulación de la red eléctrica, capaces de aportar estabilidad al sistema eléctrico cuando no estén en uso y amortiguar posibles caídas como la vivida en España el pasado 28 de abril.

Este enfoque debería servir de ejemplo para aquellos que todavía dudan del coche eléctrico por factores como lo lento de la carga pública. Y es que con este tipo de infraestructura, los tiempos se acercan mucho a los del repostaje de un coche de combustión. La clave no está en renunciar a la potencia, sino en adaptar el sistema para que esta se convierta en una herramienta de eficiencia energética y no en una amenaza. Si China puede desplegar una red de 100.000 cargadores de 1 MW en tres años, con planificación, integración renovable y almacenamiento, Europa también puede hacerlo.

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