En los últimos meses diferentes estados norteamericanos han puesto en marcha, o preparado para su aprobación, un nuevo impuesto a los coches eléctricos. Una tasa que según sus promotores, servirá para sufragar los costes de mantenimiento de las carreteras ante la menor aportación por impuestos de este tipo de vehículos.
Si esta medida es aprobada, en total los propietarios de coches eléctricos en Indiana tendrán que afrontar una tasa de 150 dólares, que se sumarán a los 15 dólares anuales de subida. Una subida que también afectará a los coches con motor de combustión. En total los eléctricos tendrán un impuesto anual de 165 dólares.
Por supuesto no se han hecho esperar las críticas a esta medida. Y es que en el fondo puede ser una medida acertada a medio o largo plazo, la cuestión es que se trata de una carga que perjudica a nivel publicitario a esta tecnología, al mismo tiempo que desde la mismas instituciones públicas se invierte importantes cantidades de dinero en la promoción de estos mismos coches.[blocktext align=»center»]
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Resulta cuando menos paradójico que mientras que el gobierno se gasta 7.500 dólares en incentivar a la gente a pasarse a un eléctrico, más las cifras que algunos estados ponen de su parte por encima de estos, ahora algunos estados quieran poner un nuevo impuesto.
Una tasa que tendrá un impacto residual en la recaudación, ya que las ventas de este tipo de coches apenas llega al 1% a nivel nacional. Por lo tanto, su impacto será meramente mediático.
Esta medida tendrá resultados como que coches eléctricos de tamaño reducido, como el BMW i3, tengan que pagar un impuesto anual similar a los impuestos por el coste de los carburantes que pagará un todocamino de lujo de combustión con más del doble de peso, e incluso un impuesto superior a los recaudados por los carburantes utilizados por un modelo gasolina medio.
Algo realmente curioso que nos indica que la medida aunque con buena intención de fondo, tendrá en un primer momento un impacto negativo.
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Vía | Greecarreports
