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Las baterías de litio-ferrofosfato pueden ser la solución para los coches eléctricos, una vez alcancen una densidad energética de 200 Wh/kg

La búsqueda por la tecnología idónea para su utilización en las baterías de los coches eléctricos continúa para mejorar las características de estos vehículos y acercarlos a las autonomías de los actuales coches de combustión interna. Existen muchas opciones en cuanto a tecnologías de baterías se refiere, siendo la más extendida la de celdas de iones de litio en la actualidad para este uso.

Sin embargo, existen otras menos conocidas como las baterías de litio-ferrofosfato, sobre las que vamos a hablar hoy en este artículo.

Las baterías de litio-ferrofosfato (LiFePo4) fueron muy utilizadas, incluso para coches eléctricos. La mayor parte de la producción era de fabricantes chinos como Thunder Sky Winston Energy, pero también existían empresas norteamericanas. Precisamente fue una compañía de Estados Unidos, A123 Systems, la que consiguió desarrollar mejoras en la tecnología de baterías de litio-ferrofosfato, cuando las empresas chinas se limitaban a copiar la tecnología existente sin mejorarla.

En A123 Systems fueron capaces de mejorar la densidad energética de estas baterías, al mismo tiempo que incrementaban su vida útil. Parece que pudieron realizar estos cambios sin aparentes inconvenientes.

Por desgracia, la tecnología desarrollada por esta empresa no llegó a extenderse en el mercado. Cuando A123 Systems estaban preparando la producción en masa, ocurrieron problemas de control de calidad y General Motors sustituyó a esta empresa por LG Chem como proveedor para sus coches eléctricos. La compañía se declaró en bancarrota y el grupo chino Wanxiang se hizo con ella, deteniendo toda la evolución que se había conseguido en la tecnología de baterías de litio-ferrofosfato.

Aunque este tipo de baterías sean casi perfectas para prácticamente cualquier aplicación, su poca densidad energética las hace incompatibles con los coches eléctricos actuales. Esto hace necesario que se aumente su densidad hasta, por lo menos, 200 Wh/kg para que sea viable su uso en los modelos eléctricos que están a la venta en el mercado.

En la actualidad, ETC y BYD, ambas compañías chinas, quieren alcanzar este objetivo de densidad energética para volver a utilizar en el futuro las baterías de tecnología de litio-ferrofosfato, siendo su evolución una batería de cátodo de litio ferrofosfato de manganeso (LFMP) y ánodo de silicio/carbono. Cuando esto ocurra, volveremos a tener baterías libres de cobalto, extremadamente seguras, baratas y con una larga vida útil.

Como ejemplo de utilización este tipo de baterías en el pasado, se han utilizado con anterioridad en modelos comerciales de coches eléctricos. El Hotzenblitz, es uno de ellos, era un microcoche de origen alemán fabricado entre 1993 y 1996, contaba con una versión que montaba baterías de litio-ferrofosfato con las que era capaz de recorrer distancias de 100 a 150 km con una sola carga. La utilización de esta tecnología de baterías mejoraba la autonomía del vehículo original, que se cifraba en 70 km con su batería de ácido-plomo, al mismo tiempo que reducía el peso del conjunto.

Este microcoche contó con el privilegio de ser el primer y único coche eléctrico desarrollado y comercializado en Alemania, hasta la llegada del BMW i3 en el año 2013.

Hotzenblitz

Fuente | Pushevs

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