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Las energías renovables y el coche eléctrico cambiarán el modo en el que generamos y consumimos energía

El ser humano lleva consumiendo electricidad de la misma manera prácticamente desde los orígenes del sistema eléctrico actual. Sin embargo, toda la tecnología alrededor de esas redes eléctricas ha avanzado de forma espectacular, de tal forma que se da la paradoja de que alimentamos tecnología del siglo XXI con unas redes eléctricas más propias del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, desde la entrada del XXI el sistema eléctrico se enfrenta a la mayor revolución de toda su historia. Una revolución que ya está sucediendo y que llega de la mano de la digitilización, las energías renovables, el almacenamiento y el coche eléctrico.

Las energías renovables: el cambio de paradigma en la generación eléctrica mundial

La llegada de las energías renovables no convencionales -dejando la gran hidráulica a un lado- a principios de siglo fue el comienzo de una revolución que cambiará la forma en la que generamos y consumimos energía para siempre. Aunque durante los primeros años la generación mediante energías renovables era testimonial y apenas tenía efecto real sobre las redes eléctricas, el paso de los años y el desarrollo de la tecnología ha hecho que las energías renovables empiecen a tener un peso importante en los sistemas eléctricos de muchos países del mundo. Sin ir más lejos, las energías renovables generaron el 40% de la electricidad  -esta vez sí, contando la gran hidráulica- en España en 2018.

Después de unos años donde la generación con energías renovables necesitaba de ayudas públicas para ser competitiva, actualmente la eólica y la solar se han posicionado como las formas más baratas de generar electricidad en todo el mundo, consiguiendo precios realmente bajos como los 15 euros megavatio hora firmados recientemente en México.

Con estos precios, las perspectivas de futuro son realmente esperanzadoras. Según el World Energy Outlook, las renovables acapararán casi el 60% de toda la nueva potencia instalada hasta 2040. Todo ello en un futuro donde la demanda global de electricidad crecerá un 58% hasta ese mismo año, debido al aumento de la población mundial y a la generalización del coche eléctrico principalmente.

Tampoco se nos puede olvidar el autoconsumo eléctrico, que ya actualmente está empezando coger fuerza en muchos lugares del mundo y que está empezando a cambiar el flujo de la energía que va por nuestras redes. Ya no solo se genera de forma centralizada para después distribuirla, ahora también se genera electricidad en viviendas, empresas e incluso barrios.

Los sistemas de almacenamiento y coche eléctrico le darán flexibilidad a la demanda

Pero las energías renovables tiene un inconveniente que no tienen las energías convencionales como el carbón, el gas o la nuclear: la variabilidad. La generación renovable está a merced de las condiciones climatológicas. No siempre sopla el viento ni lo hace con la misma intensidad. No siempre hace Sol y de noche directamente no lo hay. No siempre disponemos de los embalses llenos para turbinar agua.

La variabilidad se convierte en un gran problema cuando hablamos de la electricidad, un bien que se consume en el mismo momento en el que se produce. Actualmente, almacenar electricidad a gran escala no es posible a precios razonables no es posible excepto con las contadas centrales hidráulicas reversibles ubicadas en lugares excepcionales. Por eso, el gran reto del futuro del sistema eléctrico es abastecer de electricidad a consumidores fijos y constantes con fuentes de energía variables.

Es aquí donde entra el papel del vehículo eléctrico y los sistemas de almacenamiento mediante baterías. Dos productos que tienen en su componente principal la batería y que están consiguiendo reducir los precios de forma espectacular -aunque siga sin ser suficiente-.

Según previsiones del World Energy Outlook, los coches eléctricos pasarán de las 1,3 millones de unidades en el mundo en 2015 a más de 30 millones en 2025 y más de 150 millones en 2040. A ello se suma la revolución de las baterías del hogar, donde cada vez más marcas y fabricantes están ofreciendo sus propias propuestas en este sector.

Gracias a las baterías y los coches eléctricos podemos darle al sistema algo que actualmente no tiene: flexibilidad. De esta forma, la necesidad de que la electricidad sea generada en el mismo momento el que se consume desaparece. El coche eléctrico es un consumidor que habrá veces en las que pueda esperar para cargarse o hacerlo a menor potencia de lo que lo está haciendo. Las baterías, por su parte, podrán abastecer a las viviendas en momentos determinados y serán capaces de almacenar excedentes tanto de generación solar como eólica. A su vez, ambos podrán verter energía a la red eléctrica en caso de que sea necesario.

La llegada de las baterías y los coches eléctricos son absolutamente necesarias si queremos un futuro alimentado por energías renovables.

La digitalización y el Internet de las cosas, absolutamente necesarias para la transición

Pero para que esta integración ocurra es absolutamente necesaria la llegada de la digitalización y el Internet de las cosas a la red eléctrica, es decir, convertir la red actual -totalmente pasiva- en una red inteligente. Debemos tener en cuenta que todo este control deberá realizarse en tiempo real y en algo tan crítico como el sistema eléctrico. Todos los consumos eléctricos y sistemas de almacenamiento asociados a nuestra vivienda deberán estar conectados a Internet y a un controlador centralizado que se encargue de gestionar la energía de una forma eficiente, sostenible y segura.

El sistema eléctrico está viviendo una gran revolución. Las viviendas ya no serán solo meras consumidoras de energía, sino que también podrán gestionar su demanda, almacenar energía o exportar energía a la red gracias a los sistemas de autoconsumo, los coches eléctricos y las baterías del hogar.

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