Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los coches eléctricos para implantarse a nivel mundial son sus elevados tiempos de carga: aunque en el día a día aquellos usuarios que dispongan de plaza de garaje propia no tendrán problema para cargar sus vehículos por la noche, a la hora de viajar los tiempos de espera elevados podrían suponer un problema. Además, aquellos que no dispongan de garaje también necesitarán tiempos de carga reducidos que posibiliten repostar de forma similar a los coches térmicos.
Por ello, los fabricantes están haciendo un especial esfuerzo para elevar la potencia de carga de sus vehículos eléctricos. Recientemente, Tesla aumentó la potencia máxima del Model 3 en corriente continua a 250 kW, mientras que Porsche ha lanzado su Taycan al mercado con 270 kW (que se actualizarán a 350 kW en el futuro). Además, la mayoría de fabricantes están comenzando a estandarizar potencias de 100 kW o más en sus últimos lanzamientos.
Ahora, los ingenieros de la Penn State University han anunciado el desarrollo de unas nuevas baterías de iones de litio para coches eléctricos, las cuales serán capaces de recuperar más de 320 km de autonomía en apenas diez minutos. La gran ventaja de su tecnología radica en que el uso continuo de carga ultra-rápida no producirá efectos secundarios dañinos para el pack ni limitará su vida útil.
Los responsables del proyecto describen el método de carga de sus baterías como «Asymmetric Temperature Modulation», que consiste en calentar rápidamente la batería a unos 60º C, cifra que se mantiene durante la carga para facilitar la transferencia de energía, mientras que la posterior descarga tendrá lugar a temperaturas más frías. Este sistema ha permitido a los investigadores cargar celdas, módulos y packs de baterías de coches eléctricos actuales al 80% en poco menos de diez minutos.
La clave del éxito de este sistema es lograr un calentamiento rápido, para lo cual se ha empleado una lámina de níquel autocalentable de bajo coste instalada en las baterías que permite calentar el pack desde la temperatura ambiente hasta 60º C en apenas 30 segundos. La elevada temperatura evita la formación de placas de litio; sin embargo, normalmente esto también tiene como consecuencia una degradación prematura del pack.
Con todo, al estar las baterías calientes durante cortos periodos de tiempo (apenas 10 minutos por carga), los efectos negativos son inapreciables: tras 2.500 ciclos de carga (equivalentes a más de 800.000 km de conducción), los packs probados por los ingenieros mantenían una espectacular capacidad del 91,7%. Para hacer que estas baterías sean viables para su comercialización en masa, habría que emplear controles de temperatura férreos que regulen el funcionamiento del sistema con precisión.
Fuente | Real Clear Science