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Las normativas de emisiones europeas benefician a los SUV y perjudican a los modelos pequeños, dejando el camino libre a los asequibles coches eléctricos chinos

Como los lectores seguramente recuerden, en el año 2020 entró en vigor una nueva normativa anticontaminación en la Unión Europea encaminada a reducir drásticamente las emisiones de los vehículos vendidos en el viejo continente, pues Bruselas estableció un límite de emisiones medio de 95 gramos de dióxido de carbono por kilómetro recorrido.

Sin embargo, a la hora de la verdad este límite no es el mismo para todas las compañías: como hay fabricantes como Land Rover o Mercedes-Benz cuyas ventas dependen en gran medida de vehículos de gran tamaño (berlinas, SUV, etc), la Unión Europea también tiene en cuenta el peso para calcular sus objetivos de emisiones individuales.

Dichos objetivos se calculan siguiendo la siguiente fórmula: «95 g/km + 0,0333 x (Peso del Vehículo – Peso Medio de la Flota Europea)». Esto en la práctica significa que aquellas marcas que comercialicen vehículos pesados tendrán unos límites de emisiones individuales mucho más elevados y permisivos.

En paralelo, las firmas que comercialicen coches ligeros tendrán unos objetivos de emisiones más estrictos, pues al ser el peso de sus vehículos inferior a la media europea, el resultado de la resta será negativo. Dicho de otra forma, a los fabricantes les conviene más vender vehículos pesados, pues elevan su objetivo de emisiones, haciéndolo más sencillo de cumplir.

El mejor ejemplo de esta desigualdad lo encontramos en el objetivo estipulado para Jaguar Land Rover en 2020 (130,6 g/km), muy superior al de Hyundai-KIA (94 g/km). Debemos recordar además que por cada gramo de dióxido de carbono emitido por encima del limite de emisiones individual, los fabricantes tendrán que pagar una multa de 95 euros por coche vendido.

Esto significa que a pesar de que son más contaminantes y menos eficientes, a los fabricantes les interesa más apostar por vehículos pesados como los SUV, que además se venden más caros y resultan más rentables, desincentivándose la fabricación de vehículos de pequeño tamaño como los urbanos (segmento A) o los utilitarios (segmento B), que en realidad son mucho más ecológicos.

Precisamente por este motivo, numerosos fabricantes han decidido apostar por los SUV eléctricos en lugar de por modelos de dimensiones más comedidas. Pedro Pacheco, director senior de investigación de Gartner Group, lo sintetiza de la siguiente forma: «Un SUV eléctrico de gran tamaño se considera conforme desde el punto de vista legislativo, a pesar de su gran huella de emisiones asociada, además, requiere una gran cantidad de energía para desplazar su masa, lo que también representa emisiones.

Por el contrario, un automóvil urbano pequeño tiene una huella de dióxido de carbono mucho menor […], además del hecho de que su consumo de combustible es bajo. Por otro lado, un urbano pequeño ayuda a reducir la congestión y abordar los problemas de estacionamiento. Como tal, una regulación creada para reducir las emisiones de los vehículos en realidad está matando indirectamente a los modelos urbanos».

En definitiva, la normativa de la Unión Europea provoca que los costes de producir coches eléctricos pequeños sean más elevados, por lo que algunos temen que los fabricantes chinos se hagan por completo con el sector de los vehículos eléctricos asequibles una vez desembarquen en el viejo continente con modelos como el Hongguang Mini EV, que gracias a su precio de poco más de 3.500 euros al cambio está arrasando en su mercado natal.

«Los costes más altos significarán mayores incentivos por parte de los gobiernos y, para mantener estos incentivos, los gobiernos deberán aumentar los impuestos al consumidor final. Es por ello que la estricta regulación actual no es sostenible y las primeras víctimas serán los coches pequeños y, en consecuencia, la gran mayoría de los consumidores», afirma Feliz Muñoz, analista de JATO Dynamics.

«Simplemente no será competitivo producir estos coches en las grandes fábricas de todo el continente. Si nada cambia, Europa se convertirá en el objetivo perfecto para los coches pequeños fabricados en China, o gran parte de la producción de Europa podría trasladarse al norte de África y a Asia. ¿Permitirá la Unión Europea que esto suceda?».

Fuente | Forbes

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