Hace ya ocho años publicábamos la primera noticia de una batería revolucionaria que no necesitaba recargarse y que podía ofrecer 1.600 km de autonomía. Se trataba del desarrollo de la israelí Phinergy, que ahora ha comenzado sus pruebas reales de la mano del gigante indio Tata Motors.
Una de las claves de esta tecnología de metal-aire es que no necesita ser recargada. En su lugar se ha optado por un sistema donde solo necesitaremos agua y unas placas de aluminio. Este, al oxidarse forma hidróxido de aluminio y genera la corriente, pudiendo además de ofrecer una gran autonomía, recuperar su capacidad en pocos minutos simplemente añadiendo agua.
Pero esta reacción no es reversible. El ánodo de aluminio se va disolviendo y formado depósitos de óxido. Phinergy dice haber mejorado el sistema con una membrana que maximiza la utilización del metal, consiguiendo hasta 32 kilómetros por cada placa de medio kilo. Con 50 placas, 25 kilos, podremos recorrer 1600 kilómetros. Eso si, el agua habrá que cambiarla antes, siendo en los primeros prototipos cada 300 km. Y al final de los 1.600 km habrá que cambiar también las placas de aluminio que estiman tendrá un coste de unos 75 euros.
Esta tecnología podría no tener demasiado sentido en pequeños turismos o motos. Pero su aplicación si tiene mucho potencial en autobuses o camiones, y principalmente en los lugares donde el suministro eléctrico no sea del todo bueno. Algo que le ha valido para atraer la atención de la petrolera India Oil que ha adquirido una parte de Phinergy para desarrollar este sistema.
Ahora estos han confirmado las primeras pruebas en modelos industriales de esta tecnología en colaboración con Tata Motors.
Para ello se ha desarrollado una batería formada por 25 celdas de metal-aire colocadas en serie, y que se han instalado en un grupo de autobuses y camiones eléctricos. Unos vehículos que podrán sacar el máximo partido a un sistema que sus desarrolladores indican puede lograr la mejor densidad energética del mercado, con unos 8 kWh por kg. Una cifra que comparan con los 1 o 1.5 kWh por kg de de litio en las actuales.
Hay estudios que otorgan a las baterías de aluminio-aire tiene una energía específica de 1.300 Wh/kg, unas 10 veces más que las de ion-litio, pero en este cálculo no se tiene en cuenta el peso del agua, lo cual se dice que rebaja la energía especifica a unos 470 Wh/kg. Una cifra también muy llamativa.
Entre los principales beneficios que destacan desde el equipo de desarrollo está en que no necesitan electricidad para cargarse. Algo que les permite operar en zonas remotas o con problemas para desplegar su red de recarga. Además indican que es un sistema más sostenible, ya que el aluminio puede reciclarse al 100%. Además añaden otro factor clave y es que al prescindir de electrolitos líquidos, es una batería más segura y capaz de soportar temperaturas mucho más elevadas sin degradarse.
Entonces si por lo que parece todo son ventajas ¿por qué no ha triunfado todavía esta tecnología? Sus diseñadores nos dan la explicación. Y es que a pesar de lograr una elevada densidad energética, esta batería todavía no ha logrado conseguir una alta potencia de salida. Por lo que de momento se hace necesario el uso de una batería de litio que hace de intermediaria con el sistema de propulsión, siendo el pack de metal-aire en la práctica un extensor de autonomía.
Pero el potencial de este sistema está sobre la mesa, y si logran solucionar este problema sin duda estaríamos ante una tecnología con capacidad para electrificar un elevado número de aplicaciones, tanto de transporte, como almacenando energía para las redes eléctricas, o como respaldo para las torres de comunicaciones más remotas.
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Vía | Times