Las baterías LFP ganan popularidad en el sector del coche eléctrico, y estos son los motivos
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Publicado: 30/05/2023 08:42
La industria de las baterías está inmersa en un periodo de profundos cambios. La progresiva electrificación del sector del transporte ha servido como revulsivo para que laboratorios y fabricantes aceleren la investigación de nuevas químicas y formatos que permitan ofrecer celdas más capaces, con unos tiempos de carga reducidos y unos costes más competitivos.
A lo largo de la década anterior, la química más común entre los coches eléctricos fue la NCM (níquel, cobalto, manganeso). Sin embargo, en los últimos años la LFP (litio-ferrofosfato) ha ido ganando terreno gracias principalmente al impulso de los grupos chinos, que se han convertido en sus principales valedores.
Debido a su menor densidad energética, durante un tiempo las baterías LFP solo se utilizaron en autobuses eléctricos y otras aplicaciones en las que el volumen y el peso no son tan cruciales. Su paulatina evolución ha ido cerrando la brecha existente respecto a las NCM, hasta convertirse en una opción cada vez más popular en automóviles de gama baja y media.
De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, en 2022 la química LFP alcanzó una participación del 30% en el mercado mundial de baterías. La empresa First Phosphate, dedicada a la extracción y purificación de fosfato para la producción de cátodos, ha elaborado una infografía para explicar la creciente aceptación de esta tecnología.
Las baterías LFP se están imponiendo gracias al impulso de la industria china
Para empezar, las baterías LFP hacen gala de unos índices de seguridad superiores a las NCM, ya que su riesgo de sobrecalentamiento e incendio es más bajo. Además, son menos propensas a la fuga térmica y no liberan oxígeno si se queman.
Tampoco podemos perder de vista su mayor longevidad, pues gracias a su reducida tasa de degradación (incluso utilizando de forma regular la carga rápida) soportan una mayor cantidad de ciclos de carga/descarga, ofreciendo una vida útil significativamente larga.
El argumento de mayor peso para su popularización lo encontramos en su bajo coste, ya que prescinden de materias primas costosas como el cobalto. Los principales materiales utilizados en el cátodo son el hierro y el fosfato, mucho más abundantes.
Por último, pero no por ello menos importante, está la sostenibilidad: las baterías LFP no contienen metales pesados como el níquel; por otro lado, sus componentes son más fáciles de obtener de forma ética (la mayor parte de las reservas de cobalto del mundo se concentran en la República Democrática del Congo, donde los derechos laborales brillan por su ausencia y las condiciones en las minas son calificadas por los observadores internacionales como inhumanas).
Fuente | Visual Capitalist