La industria automotriz estadounidense está atravesando momentos muy delicados. Los tres grandes fabricantes de Detroit (Ford, General Motors y Stellantis, matriz de Chrysler) se están enfrentando a una huelga general promovida por el sindicato UAW (United Auto Workers), que reclama incrementos salariales y semanas laborales más cortas.
Esta huelga no está afectando a Tesla, ya que sus trabajadores no están sindicados. Elon Musk, el archiconocido CEO de la compañía, siempre ha mantenido una postura abiertamente antisindical, algo que nunca se ha molestado en ocultar. En su opinión, los sindicatos tienen la culpa del declive de la industria estadounidense, llegando a afirmar que llevarán a «General Motors, Ford y Chrysler a la bancarrota por la vía rápida».
La persecución a la que se han visto sometidos algunos empleados que buscaban sindicarse, lo que ha tenido como resultado una serie de conflictos legales que Tesla ha perdido sistemáticamente, parece haber disuadido al resto de la plantilla de sus plantas norteamericanas a tratar de seguir sus pasos.
Sin embargo, la cultura laboral en Europa (y más concretamente en Alemania) es completamente diferente, algo que Musk lleva experimentando desde la apertura de Giga Berlín. El poderoso sindicato IG Metall ha anunciado que cada vez más empleados de la factoría se están uniendo a sus filas debido a unas condiciones laborales precarias: muchos se quejan de la falta de medidas de seguridad, así como de las cargas de trabajo extremas derivadas de los ambiciosos objetivos de producción y la escasez de personal.
Elon Musk se topa con IG Metall
Y es que Tesla está teniendo problemas para ampliar su plantilla debido a la mala fama que está cosechando entre los trabajadores, que disfrutan de un mejor ambiente laboral en las plantas de otros fabricantes.
«Nadie en Alemania necesita ocultar su afiliación sindical. La Constitución alemana otorga a todos los empleados el derecho de organizarse en un sindicato y defenderlo abiertamente en el lugar de trabajo; esto también se aplica en Tesla», explica Dirk Schulze, de IG Metall.
Reuters ha entrevistado en los últimos días a doce trabajadores de Tesla. Cuatro de ellos han afirmado estar satisfechos con las condiciones laborales, pero los ocho restantes señalaron que la presión es demasiado alta; además, algunos han informado de una alta incidencia de accidentes y de problemas para recibir el pago de las horas extras.
De acuerdo con un informe elaborado por la Oficina Estatal de Seguridad y Salud en el Trabajo, entre junio y noviembre de 2022 Tesla reportó 190 incidentes, una cifra que ha disparado todas las alarmas. El centro solicitó una ambulancia o un helicóptero 247 veces durante su primer año operativo, el triple que la factoría de Audi en Ingolstadt.
Las autoridades alemanas piden tomar medidas
Dietmar Bartsch, copresidente del grupo parlamentario de Die Linke en el Bundestag, ha llegado a proponer que se retire la licencia de funcionamiento a Tesla si la situación no mejora pronto. «Si las condiciones no se pueden mejorar rápidamente, en última instancia debería debatirse sobre la revocación de la licencia de funcionamiento. El aumento de los accidentes laborales es inaceptable. Esto no parece ser un empleo en una industria del futuro, sino más bien las condiciones de principios del siglo pasado.
Elon Musk quiere ir a Marte, pero no puede proteger a sus empleados en la Tierra. Dietmar Woidke debería convocar a Musk a Brandeburgo y exigir una aclaración. Pero el Primer Ministro tampoco debe eludir su responsabilidad. Debería dejar claro si se han violado las normas para el acuerdo y qué medidas quiere tomar el país para proteger eficazmente a los empleados».
Sebastian Walter, líder del grupo parlamentario de Die Linke en Brandeburgo, afirma que «Elon Musk juega al Salvaje Oeste en Brandeburgo y el gobierno estatal le está tendiendo la alfombra roja. Para mantener a Tesla en el país, aparentemente hay encubrimientos y trucos».
Fuente | Automotive News Europe
