
Ni clientes de Ferrari, ni compradores de coches eléctricos: ¿Para quién es el Ferrari eléctrico?
Ferrari ha anunciado el lanzamiento de su primer coche totalmente eléctrico para la primavera de 2026, con ventas a partir de octubre del mismo año. Este movimiento plantea dudas sobre el interés real de los clientes tradicionales de Ferrari en un vehículo eléctrico y la capacidad de la marca para competir con propuestas tecnológicamente avanzadas y más asequibles.

Ferrari, la icónica marca italiana sinónimo de motores ruidosos, diseño apasionado y precios estratosféricos, ha anunciado la fecha de lanzamiento de su primer coche eléctrico. Tras años de «preparación», según palabras de su propio presidente, John Elkann, el debut tendrá lugar en la primavera de 2026, con las ventas comenzando en octubre del mismo año.
Así lo ha confirmado el CEO de la compañía, Benedetto Vigna, que desveló este momento en una reunión financiera, anticipando la presentación del «corazón tecnológico» del coche para el 9 de octubre de este año.
La noticia, sin duda, genera titulares y despierta la curiosidad. Sin embargo, surge una pregunta inevitable: ¿realmente alguien espera un Ferrari eléctrico? Y más importante aún, ¿hay un mercado real para un producto así?

Por un lado, los puristas y la clientela tradicional de Ferrari, aquellos que suspiran por el ruido de un V8 o un V12, probablemente reciban esta noticia con escepticismo, si no con abierta indiferencia. Para ellos, la experiencia Ferrari está intrínsecamente ligada a la visceralidad de un motor de combustión interna, a la sinfonía mecánica que acompaña a cada aceleración. Un Ferrari silencioso, por muy rápido que sea, podría percibirse como una traición a su legado.
Por otro lado, el comprador de coches eléctricos, cada vez más numeroso y con una mentalidad tecnológica, ¿verá en Ferrari una opción atractiva? En un mercado donde marcas emergentes, como la china Xiaomi, están irrumpiendo con vehículos repletos de la última tecnología, conectividad avanzada y precios considerablemente más accesibles, la propuesta de un Ferrari eléctrico, presumiblemente con un precio acorde a su linaje, podría quedar en tierra de nadie.
¿Quién buscaría la vanguardia tecnológica en un fabricante históricamente centrado en la pasión y la tradición? La batalla en el segmento de los coches eléctricos se libra en la eficiencia, la autonomía, la inteligencia artificial integrada y, crucialmente, en la relación calidad-precio.

Aspectos donde China está logrando una ventaja difícilmente superable con marcas como Xiaomi o la división de lujo de BYD, Yangwang, que ofrecen modelos capaces de acelerar por debajo de los 2 segundos hasta los 100 km/h, y además lograr rendimiento en circuito gracias a su tecnología punta en aspectos como chasis y suspensión.
En este escenario, la exclusividad y el prestigio de la marca del Cavallino Rampante podrían no ser suficientes para seducir a un consumidor que prioriza la innovación práctica y la accesibilidad económica. La llegada del Ferrari eléctrico plantea, por tanto, una interesante encrucijada para la marca: ¿cómo equilibrar su herencia con las exigencias de un futuro electrificado sin alienar a su base de clientes tradicional ni resultar una opción prohibitiva y menos avanzada para el nuevo comprador de vehículos eléctricos?