
Guía completa para instalar un cargador para tu coche eléctrico en casa: lo que debes saber
Instalar un wallbox es clave para cargar tu coche eléctrico de forma segura y eficiente. Un enchufe convencional no soporta sesiones de carga prolongadas y puede suponer un riesgo. Te explicamos requisitos, precios y cómo es el proceso de instalación.

Si estás pensando en cargar tu coche eléctrico en casa, instalar un cargador doméstico es un paso importante por dar. Aunque a simple vista enchufar el coche parece tan sencillo como conectar un móvil, la carga doméstica tiene sus particularidades. Seguridad, potencia, normativa… todo cuenta.
¿Por qué no usar un enchufe convencional?
Es una tentación lógica: ¿por qué complicarse si ya tienes enchufes en casa? El problema es que una toma doméstica de 230 V no está diseñada para soportar largas sesiones de carga a alta potencia. Si conectas tu coche cada noche a una de estas tomas, corres el riesgo de sobrecalentamientos e incluso incendios.
El enchufe convencional solo debe usarse en emergencias, con el cable de carga de emergencia homologado por el fabricante, y asegurándote de que la instalación eléctrica está en buen estado. La alternativa es instalar una toma reforzada, pero también tendremos que asegurarnos que la sección de cable esté dimensionada para soportar largas sesiones de carga.
Entre los puntos negativos, además de la cuestión de la seguridad, están aspectos como no poder acceder a una elevada potencia. Una toma doméstica bajo el formato Schuko puede llegar como mucho a los 16 amperios o 3.7 kW. Algo de lo que dependerá de nuestro cargador, que puede estar limitado a 10 o 12 amperios, o 2.3 kW o 3 kW, o traducido a autonomía apenas 10 o 15 km por cada hora conectado. Esto quiere decir que en 8 horas enchufado podremos recuperar entre 80 y 120 km de autonomía. Algo que puede ser suficiente para muchos, y no para otros.
Requisitos técnicos: potencia, instalación y permisos

Un cargador doméstico conecta tu coche directamente a la línea de corriente. Este tipo de conexión está pensada para cargas prolongadas y seguras.
Los modelos más comunes trabajan con potencias de hasta 7 kW en monofásica, o entre 11 y 22 kW en trifásica. Para la mayoría de hogares, los 7 kW son más que suficientes para cargar el coche durante la noche, e incluso con 4 o 5 kW será suficiente para recarga unos 200 km de autonomía en el tiempo que dormimos.
También es imprescindible que el cargador doméstico disponga de su propio circuito eléctrico independiente, y en los modelos inteligentes, una conexión a internet puede ser recomendable para sacar partido a funciones avanzadas.
Muy recomendable, sobre todo si vamos a conectar el cargador al contador de la vivienda, lo que nos ahorra un contrato, es que el cargador tenga un sistema de control dinámico de potencia. Este es un sensor que mide la potencia que requiere la vivienda y el propio cargador, y reduce la potencia de carga del mismo para evitar que pasemos lo contratado.
Por ejemplo, si tenemos 5 kW de término fijo contratados, y estamos cargando a 4 kW, y entran de repente 3 o 4 kW de potencia desde la vivienda, ya sea del microondas, el horno, el climatizador…etc, el sistema reducirá automáticamente la potencia de carga del wallbox, hasta que se vuelva a liberar la red. Entonces, de nuevo automáticamente, volverá a poner al coche a cargar a la máxima potencia.
Precios y tipos de wallbox: ¿cuál me conviene?

El precio de un wallbox varía según sus funcionalidades:
- Básicos (desde 200 €): permiten cargar con seguridad, sin extras.
- Gama media (500 a 1.000 €): incluyen app de control o conexión WiFi.
- Gama alta (1.000 a 2.000 €): gestión energética, compatibilidad con sistemas domóticos, carga solar, etc.
Hay que tener en cuenta también las ayudas públicas que podremos obtener para la instalación, y, por ejemplo, el Plan MOVES III ofrecía hasta el 70% del coste total de la operación, Estas ayudas cubren costes como el cargador, protecciones eléctricas, obra civil, legalización de la instalación, ingeniería y dirección de obra. Por lo tanto, es importante contactar con un instalador e informare de si hay ayudas.
Instalación: siempre por un profesional cualificado
La instalación de un cargador suele durar medio día, pero puede alargarse si hay que hacer zanjas o tendido de cable largo. Este proceso debe realizarlo una empresa autorizada. Montarlo por cuenta propia no solo es peligroso, sino que invalida la garantía y puede acarrear problemas legales en caso de accidente.
El proceso se divide en tres fases:
- Planificación: se revisa la instalación existente y se decide el lugar óptimo, minimizando distancias y asegurando protección frente a la intemperie. Si no hay línea trifásica o circuito independiente, se instala junto a protecciones diferenciales y magnetotérmicos.
- Montaje: se colocan los cables desde el cuadro eléctrico hasta el punto donde irá instalado el wallbox, que suele fijarse entre 1 y 1,45 metros de altura. Se conecta todo conforme a la normativa.
- Puesta en marcha: se comprueba el sistema con mediciones técnicas y una carga de prueba. Todo queda registrado en un informe de verificación que se entrega al cliente. Además, se notifica al operador eléctrico que el equipo está operativo.
Por último, se explica al usuario cómo manejar el cargador doméstico, ya sea mediante botones, app o programación horaria, y se ofrecen consejos para cargar de forma eficiente y segura.