Volkswagen entra en zona crítica: falta de liquidez, recortes y riesgo de colapso

Volkswagen afronta una crisis de liquidez sin precedentes que está haciendo tambalearse en medio de una transición energética que los alemanes no han sabido o no han querido afrontar con eficiencia, lo que ahora supone un verdadero riesgo existencial.

Volkswagen entra en zona crítica: falta de liquidez, recortes y riesgo de colapso
Fábrica de Volkswagen

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Publicado: 22/10/2025 12:10

La prensa alemana está abriendo las portadas con una noticia de mucho alcance, y es que Volkswagen afronta una de las etapas más delicadas de su historia reciente. El grupo alemán se enfrenta a un agujero financiero de 11.000 millones de euros previsto para 2026, lo que ha hecho saltar todas las alarmas.

La situación ha obligado al consejo de administración a tomar decisiones inmediatas. La primera: poner fin a la doble responsabilidad de Oliver Blume, hasta ahora al frente tanto del Grupo Volkswagen como de Porsche. Su sucesor en la firma deportiva será Michael Leiters, exjefe técnico de Ferrari, que tendrá el reto de reconducir una marca que apenas genera beneficios tras un periodo marcado por la caída de ventas en China, la presión arancelaria en Estados Unidos y una gama de productos que no ha respondido al mercado.

La falta de liquidez no es una cuestión menor. El llamado flujo de caja, el dinero del que realmente dispone una empresa para invertir, apenas cubrirá las necesidades de 2025. A partir de 2026, según las estimaciones internas, comenzará a ser insuficiente. Las consecuencias son inmediatas: recortes generalizados en marketing, distribución, desarrollo de producto e incluso activos industriales.

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Se planea la venta total o parcial de participaciones en compañías como el fabricante de motores Everllence (anteriormente MAN Energy), el estudio de diseño Italdesign y el desarrollador tecnológico IAV. Sin embargo, desde dentro del grupo se reconoce que con estas desinversiones solo se podrá cubrir una parte del déficit previsto. Se estudian medidas más profundas.

El riesgo, según varios directivos consultados, es que si no se toman decisiones estructurales, las agencias de calificación podrían rebajar la nota crediticia del grupo, actualmente en el nivel más bajo de la categoría “estable”. Una degradación a la categoría de “bono basura” supondría un aumento sustancial de los costes de financiación, cifrado en varios miles de millones de euros adicionales al año, agravando aún más la situación.

Volkswagen: un problema estructural

Volkswagen ID. Polo
Volkswagen ID Polo

Los analistas internos coinciden en que el problema no es solo financiero, sino estructural. El grupo Volkswagen es demasiado complejo. La coexistencia de tantas marcas con desarrollos paralelos, duplicidades tecnológicas y procesos fragmentados reduce la eficiencia operativa y diluye los márgenes. Una reestructuración profunda parece inevitable.

De hecho, el propio Blume ha aceptado centrarse únicamente en la dirección del grupo para poder acometer esta transformación. La presión desde la familia Porsche-Piëch, principal accionista del consorcio, ha sido clave en esta decisión. El momento para las medias tintas ha pasado.

Porsche-Zunder-Castilla-(4)

En paralelo, Porsche necesita recuperar su margen y credibilidad en un segmento que también está en plena transformación. Con el Taycan superado por competidores más eficientes y baratos, y su práctica desaparición del mercado chino, su principal fuente de ingresos, la directiva deberá redefinir la estrategia de producto de una marca que no puede permitirse seguir perdiendo terreno frente a rivales como Tesla, BMW o Mercedes-Benz, a los que ahora se suman marcas como Denza, que desembarcan en Europa para atacar los segmentos más premium.

El reto para Volkswagen no es menor. El grupo está en plena transición del motor térmico al coche eléctrico, lo que requiere inversiones enormes en plataformas, baterías, software y fábricas. Sin dinero en caja y sin una visión clara, todo apunta a que la cosa no mejorará mucho en unos años donde los grupos chinos se implantarán en Europa, con sus redes de distribución y servicio técnico, e incluso sus propias fábricas, lo que hará que la competencia no haga más que elevar el tono.

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